Recién la prensa ensalza y magnifica la posición de la contendiente canadiense al concurso Miss Universo que al tener un par de tallas más que sus contrincantes, dejó éste hecho de lado y mostró algo más por su actitud ante la crítica y por su posición inteligente. Pensando en eso, me pregunto: ¿Ya cambió el concepto del concurso?, ¿ya no se trata del concepto general de belleza?, ¿solamente cuenta el físico?

Pues según parece, para algunos la respuesta es si, no importan los estudios, ni saber las circunstancias,solamente se hacen juicios viendo un cuerpo, como si fuera una objeto o un animal de cría.Pero siendo práctic@s, lo que opinen un grupo de personas no es válido en nuestra sociedad, bueno, tal vez les hacemos poco de caso, pero nuestra vida no está en función de ellos. Pero ahora más que nunca les pregunto: ¿quién les dio derecho a decirme cómo es una mujer bella?


La belleza está no está en una apariencia física, no se trata de curvas y proporciones, en tamaños o volúmenes, en fuerza o vigor muscular, se trata de lo que los demás perciben de la persona. Y es que podemos apreciar cosas más allá de nuestra cultura, nuestro entorno o nuestra sociedad; entendemos el lenguaje universal de una sonrisa, de una lágrima, de una caricia; entendemos la belleza de las cosas por el sentimiento que despierta en cada uno de nosotros, en el calor, la tranquilidad, y porqué no, también en el desasosiego.

Y es entonces cuando propongo simplemente voltear a su lado y ver la belleza, ahí, oculta en pequeños detalles, en personas comunes, en flores, paisajes, colores y conjuntos de muchas cosas, porque la belleza está en una madre amamantando a su hijo, en una mujer embarazada, en una anciana que pasea con sus nietos, en una madre empujando una carreola, en esas mujeres que no tienen una estatura mínima, un color de ojos claro, unas medidas determinadas, y que sin embargo, proyectan toda la belleza del ser humano por sus acciones, por salir a luchar cada día, por buscar su futuro, el futuro que desean, y de paso, mejorar un poco el de los demás.

Porque a su manera, con estudios o sin ellos, con maestros particulares o con la experiencia a cuestas, con la juventud en pleno o con la vejez en ciernes, ellas nos representan, son alcanzables, son reales, ellas son la belleza. Y por esa belleza es que otr@s buscan estar a su lado, por la sonrisa enigmática, por el genio subido, por la inestabilidad emocional, por los eternos contrastes. Por eso no importa la complexión, ni los conocimientos, los lenguajes o el vestuario, solamente la belleza que ese espectador capta en cada una.

Pero la belleza no es privilegio exclusivo de las mujeres, los hombres también lo son, así, con panza, sin cabello, con ese espíritu eterno de un niño, con las actitudes de orgullo, soberbia, inseguridad y tontería, con todo ello o a pesar de ello, la belleza está ahí. Solo que para ellos no hay concurso.

Ellos tienen pruebas de fuerza, de desarrollo de músculos, de uso de juguetes muy variados, pero no se han dado cuenta que en ese terreno ellos sí son tratados como un animal de cría, se premia su habilidad, la dedicación, el desempeño, y a veces, el intelecto, pero nunca todo junto.

¿Quién está en desventaja entonces?

Siendo objetivos, la belleza está en los ojos del espectador, tanto hombres como mujeres estamos buscando esa cualidad en nuestras parejas, y es así que podemos darnos cuenta que el físico no es tan importante, que preferimos el trato diario, la sonrisa cotidiana, la caricia constante, el apoyo incondicional y el oído atento a unas piernas torneadas o un abdomen de lavadero, pero claro está, no nos molestaría un par de nalgas redondas o un pecho suave donde recargarnos.

La belleza física está sobrevalorada, en esta sociedad que cultiva el ego como un valor, lo que aparentamos es mejor que lo que tenemos, y la belleza, esa que solamente se puede apreciar con el trato directo, está siendo dejada de lado para dar paso a la apariencia, a la credulidad y a la falta de cuestionamiento. Creemos con base en una fotografía, con unas cuantas líneas, con la opinión de los que se llaman expertos, dejamos de creer en nosotros mismos y en nuestras capacidades de percibir la belleza de los seres humanos, de la naturaleza y de el tiempo que vivimos, queremos absorber tanto en tan poco tiempo que no nos damos real cuenta de las cosas.


Y el ego se apodera así de nosotros, nos deja llamar "Miss Universo"a un concurso donde menos de doscientas participantes son nuestro universo, elegidas con criterios diversos, de acuerdo a circunstancias específicas de sus lugares de origen, sin algo en común más allá de un género de la especie dominante del planeta tierra, con reglas establecidas por hombres y mujeres que no son representativos del resto de la raza humana (y que paradójicamente seguro no cumplirían con sus propios estándares). Sí, el ego nos gana de diferentes maneras, nuestro pequeño universo tiene menos habitantes de nuestra especie que las hormigas de nuestro mismo planeta, asumimos que no hay vida más allá de esta tercera roca alrededor del sol y qué, en este espacio, solo los humanos apreciamos la belleza o somos dignos de ella, creemos que siendo un animal "inteligente"; estamos más allá de los demás, y usamos esa "inteligencia"para dañarnos nosotros mismos y acabar con nuestro hábitat, sí, el ego nos abruma.




¿Cuántas veces nos hemos decepcionado porque lo que vimos en alguna publicación no se parece a la realidad?, ¿Cómo dejamos que otros nos digan qué es lo mejor para nosotros mismos?, ¿Quién nos dijo que no podemos disentir de lo que dice un experto?, ¿Quién les dijo a los reporteros que Miss Canadá estaba excedida de talla?, ¿Porqué cuestionaron la decisión de los que la eligieron al hacer notar este hecho?


No se trata de estar en contra de todo, cada persona tiene su circunstancia, pero lo mejor que podemos hacer es usar nuestra inteligencia para percibir nuestra realidad y asumir la responsabilidad de nuestras decisiones o la falta de ellas. Y si para nosotros la belleza es gruesa, gorda, delgada, flaca, calva, incompleta, defectuosa o imperfecta, no por eso deja de ser belleza, solamente hay que entender que eso nos lo dicta nuestra propia inteligencia.


Para mí, la belleza no tiene un molde, simplemente es, está a mi lado, dejándose ver cada que volteo la mirada y abro mis sentidos a ella, no es universal, solo es mía, con ella soy feliz y, de alguna manera me conformo con tenerla y apreciarla. No tiene forma especial, es a mi medida.

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