Este texto forma parte de una serie de artículos que podrás leer en el Blog de Angie y en Quintaesencia acerca de mi experiencia en las montañas del sureste de Chiapas donde se desarrolló el 2do Encuentro de Mujeres que Luchan organizado por las mujeres Zapatistas a finales de diciembre del 2019.
Estas son mis palabras, lo que observé y sentí, llenas de amor, lucha pero también de un privilegio al ser una mujer de ciudad que pudo pagar para realizar este viaje. Mi invitación es que reflexionemos y luchemos juntas.

¿Qué es una mujer que lucha?, ¿Quién es una mujer que lucha?, me abordaban esas preguntas mientras miraba desde el templete a un grupo de personas que se habían juntado desde la explanada a gritar consignas. Escribo desde la incertidumbre que me genera el feminismo.
Esa mañana desperté con la inquietud de no saber qué hacer, cuál era la agenda o las actividades, no había agenda para no privilegiar ciertos temas, discursos y voces, quien quisiera se podía reunir hablar de sus experiencias y que podíamos hacer para seguir luchando.
¿Quién es una mujer que lucha?, me seguí repitiendo antes, durante y después del encuentro.
Cuando organizamos el viaje varias de las mujeres que querían asistir manifestaban que su inquietud era “no ser lo suficiente feminista”, “no ser la feminista adecuada”, “no colaborar mucho con el feminismo”, “no saber de feminismo” a todas se les dijo que no era necesario ni requisito ser feminista, el requisito era ser mujer.
Pero el problema que miramos nosotras zapatistas, es que para poder discutir y pelearnos quién es más mejor feminista, pues primero tenemos que estar vivas. Y nos están matando y desapareciendo.
Fragmento del texto de Convocatoria al Segundo Encuentro de Mujeres que Luchan.
Lo siento pero el 2do Encuentro Internacional de mujeres que Luchan no fue un encuentro para feministas, fue un encuentro para mujeres, no, una mujer que lucha no es únicamente feminista, son madres, hermanas, profesoras, abogadas, artistas, mujeres desde los medios, mujeres que defienden la tierra y claro también feministas.
Creer que solo las feministas son mujeres que luchan es hablar de un privilegio y creer que el privilegio de la lucha solo lo tienen –tenemos- ellas (además de la responsabilidad y carga de trabajo que implica) todas luchamos de formas razones distintas pero luchamos.
Nos dijeron que al entrar al Semillero debíamos dejar de lado nuestros privilegios y entender una nueva forma de organizarnos. Escucharnos, aprendernos, sentirnos.
Pero tal parece que eso se entendió a medias y se quiso llevar ese privilegio:
-Las que querían fumar en un espacio que sabíamos que no permitía el acceso de alcohol ni drogas y todavía querían explicarles a las zapatistas por que debían de permitírselos.
-Llegar a una mesa a querer imponer una visión, una creencia, “explicarle” a una compañera porque estaba mal lo que hacía, esa visión y sobretodo actitud machista no debe de permitirse.
-Hablar desde el privilegio y privilegiarlo, no venimos a hablar de lo que necesitamos específicamente unas u otras para estar bien (entendido como comodidad) estábamos ahí para compartir experiencias para resistir y sobrevivir.
Por eso no se trata de competir para ver cuál es la mejor lucha, sino de compartir y de compartirnos.
Por eso te pedimos que siempre tengas respeto a los diferentes pensamientos y modos.
Todas las que estamos aquí, y muchas más que no están presentes, somos mujeres que luchan.
Tenemos diferentes modos, es cierto.
Pero ya ves que nuestro pensamiento como zapatistas que somos es que no sirve que todas somos iguales de pensamiento y modo.
Pensamos que la diferencia no es debilidad.
Pensamos que la diferencia es fuerza poderosa si hay respeto y hay acuerdo de luchar juntas pero no revueltas.
Entonces te pedimos que compartas tu dolor, tu rabia y tu lucha con dignidad.
Y que respetes otros dolores, otras rabias, y otras luchas dignas.
Fragmento del discurso de Inauguración por la Comandanta Amada, desde el semillero “Huellas del caminar de la Comandanta Ramona”, Caracol Torbellino de nuestra palabra, montañas zapatistas en resistencia y rebeldía.

Sí, la mayoría éramos feministas, portábamos con orgullo pañuelos verdes, morados, nos sabíamos las consignas, cantamos a corro cuando Mon Lafert tomó el micrófono, pero olvidamos que estábamos ahí para aprender una forma de organizarnos sin ser machistas, sin tener el yugo patriarcal y para respetar la casa ajena que nos recibió con los brazos abiertos.
Soy feminista y lo seré hasta que la vida me permita estar entre ustedes, asistir al Encuentro también me ha hecho valorar mi lucha, mis banderas y lo que es bueno también para mi alma, de lo desgastante que han sido ciertas acciones, no, no es reclamo pero si es una reflexión en voz alta.
Veía a las zapatistas, todas con el rostro cubierto, uniformadas, el gobierno, las autoridades y el poder no se habían interesado por ellas antes ahora que se cubren y se organizan por qué deben decirles quiénes son.
Ahora que se presume que hemos llegado a la equidad y paridad en tantos niveles por qué lo presumimos si nos siguen asesinando, ¿esa es la paridad que queremos?. Ahora que nos sabemos juntas ¿por qué tenemos miedo?
La lucha por las mujeres debe ser como entrar al semillero todos los días, dejar los privilegios y luchar por todas, es cuidar el alma, la mete pero también fortalecer el cuerpo. Ya lo dice la consigna: si tocan a una nos tocan a todas.
He mencionado a lo largo de este casi mes de haber ido al viaje que esta experiencia debe ser vivida al menos una vez en la vida por todas las mujeres, muchas personas se han burlado, pero creo no alcanzan a comprender lo importante que tiene el encontrarse, sanar y aprender con mujeres.

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