Hoy es uno de esos días en que los recuerdos de mi madre se hacen presentes en mi memoria.

Y no es que mi madre ya no esté conmigo. De hecho siempre está ahí, parece que adivina de inmediato cuando me pasa algo, cuando estoy triste, cuando la euforia me invade. No sé si es ese sexto sentido que acompaña a las madres y que las hace mirar más allá de lo visible. Me adivina. Parece como si tuviera unos ojos de rayos X y de inmediato supiera lo que sucede. Así es mi madre.

Recuerdo que desde pequeña vi en ella a esa luchadora incansable, que siempre tenía una idea para apoyar a mi padre en los gastos de la casa.

Cocinaba de una manera tan deliciosa que hasta la comida que le preparaba a mi perra “La Paloma”, la convertía en un exquisito manjar, y eso lo puede constatar mi padre quien un buen día apareció con sus amigos en la casa, cuando mi madre no estaba, venían de un juego o algo así y estaban muy hambrientos; entonces mi padre fue directo a la cocina a ver qué les podía invitar y solo encontró la comida de la perra, la cual él confundió con unos ricos chilaquiles que de inmediato sirvió a sus amigos. Todos repetían que estaban muy ricos los chilaquiles y que por favor les sirviera más y, así, de “una sentada”, acabaron con la comida de mi perra y ¡hasta limpiaron la cazuela! Cuando llegó mi madre a la casa y le iba a servir la comida a la perra gritó: ¿Dónde está la comida de la Paloma? Mi papá extrañado dijo: “Yo no vi nada. En la estufa solo estaban unos chilaquiles que les invité a mis amigos”. Mi mamá muerta de la risa le dijo: “¡No eran chilaquiles! Era la comida de la perra”.  Ese solo fue un ejemplo de las maravillas que mi madre hacía con la comida.

Y no solo hacía eso. También me acuerdo que cuando ella y mi padre decidieron separarse se dedicó a trabajar para mantenerme. No le importaban las largas horas laborales, ni los retos que le pusieran en el trabajo, siempre estaba ahí, de una sola pieza. Atenta a lo que yo necesitaba. Nunca la vi derrotarse. Siempre fue firme. Eso me enseñó, a no temerle a los retos. A seguir adelante. Esa es su herencia.

Estas líneas son un pequeño homenaje para ella, mi ejemplo, mi amiga y mi compañera de vida.

¡Gracias por todo mi querida Ale!

 

 

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