Mi propósito es estar en comunicación más frecuente, más constante, así es que estoy  intentando robar unos minutos a la tarea del momento, para poner unos pensamientos convertidos en palabras.

     

     El teléfono, al contestarlo, me distrajo y ahora intento retomar lo que  estaba pensando escribir.

     

     De una temporada para acá me anda rondando la idea de no tener ya coche y movilizarme solo en taxis. No he llegado a una decisión porque el sentarme frente al volante me gusta y porque todavía me siento muy alerta . Alerta al tráfico, a los semáforos, a los cruces, al peatón, al freno y al acelerador. El manejar me da una sensación de……………..(no encuentro la palabra exacta que la defina). Será libertad?. Será capacidad?. Será plenitud?. Bueno, sea lo que sea, me hace sentir bien!!!.

     

     Lo que me lleva a pensar en esa posibilidad es lo difícil que se ha vuelto el estacionar el coche. Ultimamente  para ir a ver al otorrino, ó al médico de cabecera, ó al podólogo, etc., etc., tengo que pedir a alguna hija que me acompañe de copiloto, para que se haga cargo del coche al no encontrar ni estacionamiento público, ni espacios disponibles en la calle.

     

     Bueno, los días al venir y las necesidades que estos traigan me harán tomar una decisión.

     

     El pensar en taxis me trajo recuerdos de cuando era una chiquilla de nueve ó diez años. Pienso que con mi mamá nos movilizaríamos seguido en ellos  En el parabrisas, en un lado, traían como una calcomanía semi transparente, en que venía el número de la placa. Al verla por fuera se leían fácilmente los números, pero por dentro se veían a la inversa; y mi entretenimiento era, en mi cabeza, ponerlos al derecho y de estar duro y dale con ellos, pues los recordaba.  Así, en una ocasión, yendo con mis tíos, cuando nos bajamos de uno y ya se había alejado, mi tío se da cuenta de que dejó olvidada su cámara fotográfica: “mi cámara, mi cámara”……… “no vimos las placas”……. Y entonces digo: “ si la sé”. Mi tío me las hace repetir varias veces, para convencerse supongo y me crée. Supo qué hacer, pues se localizó  al taxi y recuperó su cámara. Me sentí muy ufana de mi misma y de mi entretenimiento.

     

      Y sigo con el tema de los taxis. ¡¡¡La tarifa de ellos  era de un tostón !!. ¡¡ Un tostón = 50 centavos!!.  Lo recuerdo muy bien porque los tostones eran muy importantes, pues no muy fácilmente le llegaban a uno  como domingo. Y cuando así era, iban rápidamente al cochinito. En una plática familiar de sobremesa, comentaban de una equis señora, a la que fácilmente se le trababa la lengua y un día, queriendo tomar un taxi, antes de subirse, le preguntó al taxista: “¿a dejón la tostada?”.

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