“La práctica de la escritura me exige que sólo lo haga realmente.”

Cada día el convencimiento me alcanza más del poder que reside en poner las cosas por escrito.

Hace unos días reflexionaba sobre esto al hablar con un compañero del tema del manejo del tiempo, que, invariablemente coincidimos que consiste en poder ejecutar un ejercicio de medición y control. Esta reflexión nos llevó a la conclusión de que el verdadero sentido es anotar en qué se nos va el tiempo,  de esta manera hacer una clasificación y obtener conclusiones, haciendo así más claro nuestros puntos de mejora.

El manejo del tiempo, nuestro tiempo, que, sin temor a equivocarme más de uno de cinco posibles lectores, han fallado en llevar esta gestión (incluyéndome). 

Esto ha sido porque hacemos muchos planes mentales en lugar de hacer pequeñas anotaciones.

De la misma forma ocurre con los proyectos, (tomo de referencia mi experiencia), muchas de mis primeras batallas son la búsqueda implacable de un documento con la definición,  para que todos los involucrados puedan verlo, leerlo (incluso firmarlo) y se comprometan. Escribir ha sido la herramienta más potente, pues incontables ocasiones me ha salvado de varios mal entendidos; así que las batallas no han sido cosa perdida.


He leído en muchas ocasiones la recomendación de hacer listas de objetivos, prioridades, riesgos, problemas, entre otros y revisarlas con regularidad, esto profesionalmente se lleva a la práctica (¡lo he podido lograr!). Realizar algunas anotaciones después de una reunión siempre me ha ayudado a mantener en mente los principales aspectos.


Pero fuera del ámbito profesional, el mudar esta recomendación a mi día a día , es algo que me ha salvado, (también de mí misma).

“Hay quienes creen que las mejoras en el bienestar de una persona se producen porque la escritura ofrece catarsis; otros sugieren que poner la pluma en papel proporciona espacio para la reflexión, la obtención de información y la oportunidad de alcanzar una perspectiva muy necesaria”.

Algunos ejemplos de hacer anotaciones sencillas pueden ser las cosas que causan estrés, las cosas que comemos (siguiendo una dieta), el ejercicio que hacemos, las ideas que se nos ocurren en los momentos más insospechados (y que, si no anotamos no recordamos haber tenido). Otro ejemplo son las finanzas personales, mucha gente se ha obligado a anotar cada gasto que realiza por tener la sensación de que el dinero desaparece y no sabe en qué.

En el fondo no hay magia alguna.

Anotar las cosas nos obliga a organizar las ideas, aclararnos y definir cuáles son los objetivos y aspectos fundamentales de aquello que nos preocupa, a llevar un control, a ver el “cuadro completo” conforme vamos anotando más y más cosas. 

La palabra escrita tiene mucho poder, y el acto de escribirla en sí, aún más.

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