Me llamo Rossalba Martínez, tengo 25 años y estoy de regreso. Me lo imaginé como una entrada triunfal jaja.

Hace diez años este lugar fue mi refugio cuando me encontraba justo en medio de la adaptación a tres situaciones nuevas en mi vida: sería mamá, me había mudado de estado y comenzaba una nueva carrera.
Hoy regreso porque siento que necesito compartir, aquí en casa, algunas de las novedades de mi vida. Ojalá alguien me lea, si no, de todos modos se siente bien estar aquí de nuevo.

Ahora, de nueva cuenta, estoy en medio de situaciones decisivas en mi vida y siempre hace falta calor de hogar. Hace cerca de un año que me mudé de nueva cuenta, ahora fuera de México, y en este momento estoy decidiendo hacia dónde enfocaré mi vida profesional. 

No recuerdo cómo me presentaba hacie diez años, no me acuerdo si era Kelebek, o si era nena, o si era Farasha o si era quien. Lo que sé ahora que releo la primera línea de esta entrada es que no estoy segura de si sigo siendo la Rossalba Martínez que se construyó con ese nombre durante cerca de diez años.

Es raro estar a mitad de la tercera década cuestionándome quién soy, si mis gustos son míos, si mi profesión le elegí, si quiero continuar ejerciéndola, si quiero volver a la escuela o si he sido consciente de que he creído durante muchos años que no soy digna de ser amada.

Es extraño habitar este cuerpo de mujer adulta, con dolores propios de la vida que he llevado pero con mi mente que, en cierto modo, es todavía la niña, la adolescente y la adulta joven que fui. Es doloroso, de hecho. 

Es hasta triste estar en esta etapa de mi vida cuestionándome todo, lo cierto es que aquí estoy, haciéndolo.

Tengo que seguir trabajando, pero quería presentarme.

Gracias por aceptarme de regreso.