No podríamos explicar el comportamiento de la vida pública mexicana sin reconocer lo que acontece en la dimensión ciudadana. De hecho, es difícil establecer cuál es la dirección causal entre uno y otro ámbito, es decir, precisar si son los ciudadanos los que con sus acciones o inacciones determinan el estado de las instituciones públicas o éstas explican los comportamientos ciudadanos. El dilema del huevo y la gallina.

Sabemos que el sistema político mexicano, salvo en sus aristas electorales, no ha seguido el patrón clásico de las transiciones democráticas que culminan con una nueva institucionalidad. Eso explica la imposibilidad de la consolidación. Pero también los tumbos y la falta de dirección del cambio político; de la incertidumbre en el destino y de las debilidades democráticas. Lo que estamos viviendo es la evidencia de un proceso no exitoso de democratización que se manifiesta en una grave crisis en la valoración de las instituciones públicas. El descrédito de los actores políticos parece incrementarse en paralelo a la consolidación de los poderes fácticos. No se trata de buenas intenciones o de echarle ganas: es el diseño institucional que debería ser adecuado.
Creo que no basta con afirmar que el deterioro de la vida pública es producto del pasado autoritario; es importante en la explicación, pero no lo es todo. Lorenzo Meyer reconoce atisbos coloniales en nuestra tradicional cultura de súbditos. Pero si todo se explicara por el pasado sería como aceptar una fatalidad histórica que nos condena a la nula transformación. Así somos y ya ni modo.


Pero sin ser fatalista, la ciudadanía mexicana parece ser de baja intensidad. La participación ciudadana ha crecido muy lentamente en los últimos años y la membresía o pertenencia a algún tipo de agrupación civil o política es mínima. Somos reacios a participar y más a pertenecer. Pero si esto sucede en el ámbito del compromiso cívico, en el de la participación electoral los números también son magros. En algunas entidades el registro del abstencionismo en elecciones intermedias llega al 70% Veremos que sucede el próximo 5 de julio.


Según la más reciente Encuesta Nacional de Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (Encup 2008), aplicada por la Secretaría de Gobernación, el 65% de los mexicanos declararon interesarse poco o nada en cuestiones políticas. Sólo un 9% afirmó que la política le interesaba mucho. El 54.3% dijo que estaba poco o nada satisfecho con la actual democracia mexicana, mientras el 5.4% afirmó estar muy satisfecho. Por otro lado, las instituciones que más confianza merecen son “la iglesia” con el 72% y el ejército con el 66%. Las que menos “la policía” con el 26% y los partidos políticos con el 23%. Cuando en una conversación se tratan temas de política, el 21.4% dice que en ese momento deja de poner atención, mientras que otro 26.3% afirma que escucha, pero nunca participa en la discusión. Los datos anteriores me parecen relevantes a la hora de evaluar la conformación de la ciudadanía en México: poco participativa, desinformada y que decide darle la espalda a los asuntos que tienen que ver con la vida democrática. A ello habría que agregar los bajos niveles de escolaridad, la alta marginalidad, el pasado autoritario y corporativo; todo lo cual produce una mezcla preocupante que ayuda a entender la conformación de los gobiernos, la pasividad frente a los abusos de poder, la corrupción, el tráfico de influencias y el uso privado de los recursos públicos.


El deterioro de la vida pública tiene su correlato en una ciudadanía de baja intensidad. Por eso las costumbres del poder; por eso la violación de los derechos humanos, por eso la desidia y los funcionarios que se entronizan en los puestos por lealtades antes que por capacidades. La misma Encup 2008 pregunta: “¿Qué tan interesado está usted en las próximas elecciones para diputados federales?”. Sólo el 9.2% afirma que “mucho”; pero los que dicen que “poco” o “nada” suman el 67%. Nos queda poco margen para el optimismo. Imagen:mediabonnint.net
Víctor Alejandro Espinoza es Investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: victorae@colef.mx

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