Mi abuela, quien en realidad se convirtió en mi segunda madre, un buen día o mejor dicho un terrible día fue diagnosticada de cáncer de pancreas. Recuerdo muy bien que siempre que la llevábamos al médico era por un dolor terrible de estómago. Los doctores siempre decían que tenía colitis y los más osados lo atribuían a la vesícula. Pero nadie nunca nos dijo que podía ser cáncer. Después de muchos pero muchos años con ese dolor recurrente, a un médico se le ocurrió hacer exámenes más profundos y variados, ya que repentinamente mi abue empezó a adquirir un color amarillo, el cual cada vez se hacía más intenso. El último de los exámenes fue una biopsia, la cual fue positiva.

Y ahí estaba yo, sentada frente al médico. Por la dureza de su cara de inmediato me dí cuenta que las noticias no eran nada buenas. Después de una breve pausa me soltó sin más ni más el diagnóstico: Cáncer de pancreas en etapa terminal. Con un nudo en la garganta y haciendo un gran esfuerzo por no llorar le dije que prosiguiera, entonces me explicó que este tipo de cáncer no se detecta tan fácilmente (lo cual obviamente me quedaba claro) y que desgraciadamente a mi abuelita solo le quedaban tres meses de vida, que cada vez se iba a poner peor y cuando él decía peor en realidad era muy muy mal!!

En lo único que se equivocó el médico fue en el tiempo de vida que nos pronosticó para mi abuelita. En lugar de tres meses solo estuvo con nosotros un mes más. Fue un mes lleno de dolor físico para ella y otro tipo de  dolor para nosotros (mi madre y todas mis tías).

Después de haber transcurrido el mes mi abuelita se despidió de nosotros y finalmente descansó de tanto dolor. Su alma abandonó su cuerpo. Por primera vez en mi vida pude sentir ese frío intenso que llega con la muerte, ese frío que te traspasa y que te hace tener un encuentro frontal con la muerte.

Ese fue mi primer contacto con la muerte y con el cáncer.

Quizá esa fue una de las razones por las que decidí promover DigniCap. Un sistema que permite a los enfermos de cáncer que están bajo tratamiento de quimioterapia, conservar su cabello. Promoviendo DigniCap he tenido la oportunidad de estar cerca de mujeres que han tenido la suerte  de superar el cáncer y que, además, siguen su vida de la forma más normal que pueden. Porque a decir de ellas: "al conservar el cabello no me veo tan enferma ni tengo que dar explicaciones a la gente sobre el cáncer que padezco".

Creo que es importante que cada vez más se promuevan los tratamientos integrales para los pacientes con cáncer, porque ellos y sus familiares necesitan mucho soporte en todos los procesos de la enfermedad.