Muchos de mis escritos parten del arquetipo femenino divino para hablar del maravillo poder de ser mujer, de la fiereza que hay en una mujer para defender sus creencias y la sabiduría que precede a esta mujer cuando hace de sus creencias una carga que puede dejar de cargar cuando ella así lo desea.
Hoy es un lunes de re-empoderar, re-direccionar y re-tomar el instante fuera de mi luna (digo fuera porque si estuviera en mi luna, bajo la creencia de muchas culturas y particularmente la Sioux con la que hoy nos vamos a conectar, estaría en mis días de menstruación, días en los que la mujer tiene un poder especial, el poder de anular el poder de los hombres, incluso si es un hombre medicina; una mujer en su luna tiene tanto poder que no existe otro poder en ese momento, todo el universo está concentrado en ella) pero en este instante fuera de mi luna, puedo tomar el maravilloso sentido de la mujer y su creación a partir del principio masculino y vislumbrar en este génesis de los Sioux el misterio cósmico que habita en cada una de nosotras.
Quiero platicarles de Tunkashila, al abuelo dios quien llegado el momento en el proceso de la creación, se dispuso a crear a la mujer, en ese entonces no había luna, todo era sagrada novedad y Tunkashila llamo a todos los planetas y cuando estuvieron todos reunidos, Tunkashila (el abuelo sol) con una gran luz, se quitó uno de sus ojos y lo lanzo al viento de su visión, hacia un lugar determinado y ese destello que salió del viaje de su ojo, era femenino y se convirtió en la Luna y en su nueva orbita este planeta-rojo, dio a vida a la mujer.
Y durante la obscuridad de esta luna nueva, la Luna dijo: “Tu eres un planeta virgen una doncella de la Luna. Te he tocado y te he hecho de mi sombra. Quiero que camines sobre la tierra.” ¿Cómo caminare sobre la Tierra? Dijo ella y Tunkashila, creo el poder y la comprensión de la mujer, utilizo sus rayos e hizo un puente entre la luna y la tierra y la mujer camino en ese rayo, un camino, largo, muy largo, mucho, mucho tiempo le llevo cruzarlo. Tunkalisha arrojo sangre dentro dela mujer, y ella que camino el rayo hacia la tierra, camino también en una vena de sangre, que iba de la luna a la tierra, ese cordón umbilical que conecta con todo se introdujo en su cuerpo a través de él, ella está siempre conectada con la Luna y nueve meses de creación fueron dados a ella y el Gran Espiritu le dijo:
“Tu eres la vigilante de las generaciones. Eres la que da vida. Serás la portadora del Universo”
Pero había mucho más poder en la mujer todavía por ser develado, justo en el momento de la creación, otro relato narra cómo el poder de la luna descendió sobre la mujer, la sombra de la generación que empezó a trabajar en ella y empezó a sangrar por primera vez, utilizo corteza y piel de conejo para contener el flujo, su ciclo natura había comenzado al día siguiente al quitarse la corteza una gota de sangre de Luna cayo en la Tierra, Mashtinchala, el conejo de la pradera, se acerco y comenzó a jugar con ella, y Takuskansjan, el misterioso poder que acelera el fruto en el vientre y que da movimiento a todos los seres vivos, comenzaron a llevar la gota de sangre de un lado a otro, y esta empezó a tomar forma, se formaron varazo y piernas, corazón y ojos, hasta que la gota comenzó a moverse por si misma y se convirtió en We Ota Wichasha, el primer hombre… hay mucha versiones sobre este momento tan especial, lo común en todas es el tremendo poder de las mujeres y su conexión con Luna, con el universo, con el secreto cósmico de la creación. Un poder que es honrado y venerado y temido; ya platicaré en otro blog sobre los rituales de menarquia tan importantes y trascendentes en la vida de las mujeres, rituales que llevan a la experiencia de ser mujer a muchos extremos dependiendo de la cultura, pero existen muchos de estos que son muy bellos, pero hoy continuemos con el poder cósmico que podemos reclamar.
La historia me hace recordar que la presencia masculina es parte importante de la creación, y que el desarrollo de la creación, el principio del movimiento, están dentro del domino femenino. Si como mujeres recordamos que somos más que mujeres entre mujeres, que somos guardianas de la generaciones y portadoras del universo, nacidas de la Luna creada por el Sol, sabríamos cual es nuestra medicina: caminar por el puente elevado para nosotras, caminarlo con orgullo y honor, y saber que a nuestra llegada todo está hecho, todo nos espera solo hay que poseerlo, abrazarlo, honrarlo, mostrarlo con la fuerza ganada en el tiempo caminando, de la sangre que en nosotras corre y acabar con el temor en nosotras y en los que están junto a nosotras, entonces como dice krishnamurti, podemos hacer lo que queramos, porque somos mujeres guardianas de lo más valioso en la vida, nuestro poder cósmico creador.
Feliz Lunes de Blog
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