No era mi idea escribir el primer post del 2010 contando esto, pero estoy que exploto y necesito decirlo.
Estoy enojada e indignada.
Cada día entiendo menos el maltrato e indiferencia de los humanos hacia los animales. Me enoja el doble cuando se trata de alguien cercano y de mi familia.
Alguna vez alguien me dijo que soy muy radical, argumenté un poco, pero tal vez esa persona tuviera razón. Cuando veo algo en lo que estoy totalmente en contra, no puedo ser "suave".
Hoy me enteré de que un pariente cercano que vivía en Pátzcuaro se mudó con toda la familia, esposa, hijos y perrita a una ciudad del Bajío (en el centro de mi país). Este muchacho, que ya no lo es tanto pues está cerca de los 30, se ha caracterizado por vivir como ha querido y por tener una vocación de "cercanía con la naturaleza".
Mi gran sorpresa hoy fue enterarme de que, efectivamente, se mudó de estado y de casa...y que en el camino la perrita que tenía años viviendo con ellos tuvo a sus cachorritos. Me emocionó imaginarlo en la nueva ciudad, con su familia cercana, habitando un nuevo espacio y cuidando de la camada. Ya me hacía ayudando a buscar casa a los cachorros.
Mi sorpresa fue mayor al enterarme de que a media carretera decidió dejarle la perrita con todo y críos a un mecánico ..... ¡le estorbaron!
Estoy muda. Quiero tomar el teléfono e insultarlo. ¿Y ese "amor por el prójimo y cercanía con la naturaleza" en dónde quedó?
No hay duda, una de las cosas más difíciles en esta vida es la coherencia. Es fácil hablar, lo complicado es vivir a la altura de las palabras que salen de nuestra boca.