Este 2020, cuatro mujeres se sumaron a la lista de laureadas con el Premio Nobel por sus contribuciones en beneficio de la humanidad en distintos campos, el Premio Nobel de Química galardonó a las bioquímicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, el de Física fue para la astrónoma Andrea Ghez, y el de Literatura lo obtuvo la escritora Louise Glück.
Alrededor del mundo las mujeres estamos teniendo una participación cada vez mayor en distintos espacios de toma de decisión: sociales, educativos, económicos y políticos.
En la actualidad el porcentaje de egresos universitarios es mayor en mujeres que en hombres, y la fuerza laboral femenil sigue incrementándose de forma gradual, la cual, de acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2018 alcanzó el 48%.
La igualdad de género en el ámbito laboral es una pieza clave en términos económicos y de desarrollo, pues según un estudio de 2019 de la OIT, formar equipos directivos con equilibrio de género se traduce en beneficios en la rentabilidad y productividad para las empresas, aunado a que una mayor participación femenina en el mercado de trabajo puede favorecer el crecimiento del PIB en los países.
Los prejuicios y estereotipos son algunos de los pilares que sostienen el llamado “techo de cristal”, metáfora que describe las barreras invisibles a las que estamos expuestas las mujeres y que dificultan o impiden que alcancemos los niveles jerárquicos más altos en igualdad de condiciones y salario.
Estos obstáculos representan un gran desafío, y aunque queda mucho por hacer, el cambio para superarlos está ocurriendo. El informe Women in business 2020 de Grant Thornton, estima que 37% de los cargos directivos en medianas empresas en México son ocupados por trabajadoras, por encima del promedio mundial de 29%. Cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y del INEGI muestran que, en 2018, una mujer era dueña o socia mayoritaria de una de cada cuatro empresas del país.
En el ámbito público también han existido avances hacia una cultura inclusiva que impulse el valor de la pluralidad de pensamiento que nosotras podemos aportar a la toma de decisión y la construcción de políticas públicas.
El principio de igualdad sustantiva debe ser eje rector que garantice el acceso de las mujeres, al estar en situación de desventaja, a altos cargos en la administración pública, poderes legislativo y judicial, en los órganos con autonomía constitucional, y en cualquier instancia directiva de los diferentes entes con una función pública o social, pues la diversidad de enfoques enriquece a las instituciones.
Como bien lo expresara la Jueza Ruth Bader Ginsburg: “Las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones”.
Un principio elemental de toda sociedad democrática es la igualdad de género, por ello, es fundamental fomentar liderazgos inclusivos y hacer efectiva nuestra participación para romper de una vez por todas los “techos de cristal”.
Fuente:
Rompiendo los techos de cristal, La Silla Rota, 16 de octubre de 2020, en: https://lasillarota.com/opinion/columnas/rompiendo-los-techos-de-cr...
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