Te quiero porque eres fuerte… pero no te quiero porque puedas hacer destruir con tu fuerza. Te quiero por lo que tiene de creadora, fuerza que empuja a hacer cosas. Te quiero porque tus brazos más grandes y fuertes que los míos son capaces de abrazar amorosamente y yo me siento protegida. Te quiero fuerte pero no porque seas fuerte para no llorar.
Te quiero porque eres débil… pero no te quiero cuando te asusta tanto la debilidad que no la aceptas. Te quiero cuando débil te acercas a pedir ayuda porque es un reconocimiento a que no estás solo y entonces puedo hacerte saber lo que te quiero y puedo proteger amorosamente. No te quiero cuando por debilidad te abandonas a una máscara que sólo sirve para ocultar tus sentimientos.
Te quiero cuando tienes errores… porque te encuentro humano pero no te quiero cuando sentencias que todo debe estar perfecto… porque lo perfecto es que tengamos errores y aprender de ello. Te quiero porque me acompañas a dejar de cometerlos, pero no te quiero cuando niegas la posibilidad de cometer otros nuevos porque se resquebraja la idea de perfección.
Te quiero cuando mientes… cuando mientes para que una sonría en las pequeñas cosas, pero no te quiero cuando te mientes en las que duelen para no enfrentar lo que sucede. Te quiero cuando mientes y dices que todo estará mejor aunque el mundo siga igual (o peor) sólo para mantener la esperanza. Pero no te quiero cuando omites verdades que pueden doler cuando el dolor es mejor a la ignorancia de una mentira a medias.
Te quiero porque te responsabilizas… de hacer sentir bien a otras personas pero no te quiero cuando para ello, a veces, dices lo que no sientes o no quieres hacer. Te quiero por ser responsable de tus actos, de tus respuestas. No te quiero cuando culpas a otras de lo que te sucede porque lo que hagan es asunto suyo y nosotros sólo podemos hacernos responsables de nuestros sentimientos y de lo que hacemos con ellos en nuestra mente, espíritu y cuerpo.
Te quiero porque me enseñas… porque sigues enseñándome a ser mejor, pero no cuando me enseñas con dolor y tristeza innecesaria. Te quiero porque de ti aprendí muchas cosas sobre todo a creer en mi y a seguir adelante cuando todo alrededor se cae. Pero no te quiero cuando tú mismo te niegas al aprendizaje de la vida misma y a que a veces, pocas, olvidas que enseñando también aprendes.
Te quiero cuando te entregas tan al 100% que no hay espacio para nadie más en tu corazón... pero no te quiero cuando aceptas un 40 o un 70% esperando a que venga otra persona porque no es justo para ti ni para quien su cachito, (que no te llena) es lo único que tiene para ofrecer. Te quiero porque sabes darte todo y no te quiero cuando no quieres recibir lo mismo que das.
Te quiero por todo y no te quiero por nada…. Te quiero… siempre y mucho, como sea y desde donde sea. No te quiero… incompleto o a fuerzas, dejando de ser lo que eres y de sentir lo que sientes.
Resulta que te quiero un poco más de lo que no te quiero. Seamos felices entonces… por lo que fuimos y somos…. Por lo que resta para querer (y no querer) a otras personas.
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