¿Te ha pasado?
Entras a una web y lo primero que encuentras no es lo que buscabas, sino un desfile de ventanitas: “Acepta cookies”, “suscríbete a nuestra newsletter”, “activa notificaciones”.
Y detrás de cada clic, textos legales eternos e ininteligibles que parecen estar diseñados para que no entendamos nada.
Lo que en teoría debería protegernos, en la práctica nos ha llevado a lo contrario: fatiga, apatía y un consentimiento automático que no protege a nadie.
A esto le llaman “fatiga del consentimiento”.
Y la verdad, no me extraña. Nos piden tantas veces que demos clic que, al final, ya ni pensamos qué aceptamos.
Lo hacemos por cansancio, porque queremos avanzar, porque leer esas condiciones interminables es como leer el prospecto de un medicamento en otro idioma.
Sabemos que ahí dentro se juegan cosas importantes, pero nos rendimos.
Y cuando nos rendimos, dejamos la puerta abierta a que empresas y plataformas hagan con nuestros datos casi lo que quieran.
Lo más irónico es que estas ventanas nacieron como medida para protegernos.
Pero el resultado es un sistema que funciona como un truco. Se aprovecha de nuestro agotamiento para conseguir lo que buscan: un “sí” fácil y rápido.
En vez de generar confianza, esta estrategia nos hace desconectar. Ya no decidimos, cedemos.
Y aquí es donde necesitamos dar un paso atrás. Porque, aunque sea imposible leer cada letra pequeña, sí podemos ser más conscientes de lo que aceptamos.
Podemos parar un segundo y preguntarnos: ¿qué pasa si digo que no?, ¿qué datos estoy cediendo?, ¿me compensa este intercambio?
No se trata de volvernos expertas en derecho digital, sino de no regalar nuestros clics a la ligera.
Tenemos que entender que cada “sí” que damos construye —o destruye— la forma en que queremos relacionarnos con lo digital.
Como usuarias, podemos entrenar esta conciencia, aunque a veces sea incómodo.
Y como creadoras digitales —porque muchas de nosotras también tenemos proyectos online— podemos poner nuestro granito de arena explicando las cosas de forma sencilla y sin trampas.
Pero lo más importante está en nuestra actitud diaria. Elegir conscientemente, incluso aunque sea incómodo o nos lleve unos segundos más.
La verdadera protección no vendrá de saturarnos con ventanas, sino de recuperar nuestra atención.
Porque la privacidad no se defiende con clics automáticos, sino con conciencia.
Y esa conciencia empieza en nosotras, cada vez que abrimos una web, cada vez que nos enfrentamos a ese “Aceptar” que parece inofensivo.
Quizá no podamos cambiar todas las reglas del juego, pero sí podemos elegir cómo jugamos nosotras. Y eso ya marca la diferencia.
Bienvenido a
Mujeres Construyendo
© 2025 Creada por Mujeres Construyendo.
Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio
¡Tienes que ser miembro de Mujeres Construyendo para agregar comentarios!
Únete a Mujeres Construyendo