Desconozco la razón, pero ayer, repentinamente, el desasosiego llegó de visita. Debo decir que no lo extrañaba, hacia mucho tiempo que no estaba por aquí. Llegó de imprevisto, sin avisar. Estaba en el aeropuerto esperando el avión para regresar a mi ciudad y de repente sentí frío y ganas de llorar. No sé qué pensé. Tal vez sentí lástima por mi misma cuando ví a algunas parejas subir de la mano a la sala de espera o cuando vi a otra pareja con su bebé. Me vi a mi misma, vi mi vida y me dió tristeza: tristeza por estar sola, tristeza por no tener hijos. No me gusta la lástima y dirigida hacia mi, mucho menos. Pero sentí lástima, mi vida me pareció vacía, sin sentido, intrascendente. Todo lo que hago, para qué y quién lo hago? Ya sé que dice el manual, que uno debe ser motor de si mismo y las cosas debe hacerlas por uno mismo. Lo sé, lo sé de corazón, pero no es eso lo que en este preciso momento siento. Llevo dos días con unas incontrolables ganas de llorar. Ayer en la noche, al llegar vi una película, no recuerdo ni siquiera el tema, pero me sirvió para desahogarme y que nadie me preguntara porque lloraba tanto. Me ha costado trabajo reorganizar mi vida, y le he echado muchas ganas. Realmente. No sé por qué suceden estas cosas y me ha llegado esta oleada de tristeza, sinsentido y desasosiego. Mi terapeuta acaba de irse a vivir fuera de aquí, y no sé a quién acudir. El hecho es que tampoco quiero recurrir a alguien porque no me gusta saber que dependo de alguien para ponerme bien. Quiero hacerlo con los recursos que tengo a mi alcance. Quiero saber que yo misma puedo contar conmigo para salir de estas situaciones tristes y desconcertantes.
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