“La desolada madre salió corriendo a la calle, en busca del hijo. En medio de la nieve había una mujer, vestida con un largo ropaje negro, que le dijo:
- La Muerte estuvo en tu casa; lo sé, pues la vi escapar con tu hijito. Volaba como el viento. ¡Jamás devuelve lo que se lleva!
- ¡Dime por dónde se fue! -suplicó la madre-. ¡Enséñame el camino y la alcanzaré!”
Historia de una madre, Hans Christian Andersen
La perseverante búsqueda que realizan cientos de mujeres rascando la tierra con el objetivo de encontrar a sus desaparecidos, trae a la memoria el cuento Historia de una madre de Hans Christian Andersen, a través de sus líneas es palpable la desesperación de una madre que busca a su hijo, alguien se lo ha llevado, se ha esfumado y no sabe su paradero.
Esta historia resuena aún más ante el reciente hallazgo del Rancho de Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, pues el caso se ha mediatizado tanto que la sociedad por fin ha volteado a ver la grave crisis de desaparición de personas y de quienes las buscan.
Desafortunadamente este problema no es reciente, al día de hoy, en México, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas reporta que nos faltan más de 126 mil; y detrás de ellas se cuentan más de un centenar de colectivas que intentan encontrarlas.
Varilla, pico, pala o resorte, todos instrumentos que, en las manos de las rastreadoras, son imprescindibles para descubrir la realidad que se encuentra bajo tierra. Verdad, es lo que escudriñan en cada puñado de tierra, arriesgando su vida y seguridad, en este país que pareciera maldito, lleno de fosas clandestinas, autoridades indolentes y una sociedad que generalmente se encuentra indiferente.
La búsqueda de la verdad y conservación de la memoria, ha convertido a las buscadoras mexicanas en defensoras de derechos humanos, lo que las coloca en la mira de aquellos a quienes no les conviene que obtengan justicia.
Hemos perdido de vista que estas activistas velan por el respeto a los derechos de los desaparecidos, por los derechos de quienes conforman su colectivo y también por los de cada uno de nosotros, para que no seamos una cifra más. Ante ello es necesario preguntarnos ¿Quién lucha por ellas?
El reciente asesinato de Teresa González Murillo, activista buscadora del colectivo Luz de Esperanza Jalisco, deja al descubierto la desprotección en la que se encuentran todas ellas. Su nombre se suma al de Teresa Magueyal; María del Carmen Vázquez; Esmeralda Gallardo; Rosario Lilián; Ana Luisa Garduño y Aranza Ramos, todas agredidas por realizar labores de rastreo para encontrar a sus familiares, asesinadas en el intento de conseguir un poco de paz.
Hoy más que nunca es importante resaltar su labor, exigir que se les reconozca y que se les brinde protección, ya que el lugar que ocupan no lo quisieramos ocupar ninguno de nosotros. A ellas, el dolor las ha convertido en activistas de una causa que pareciera perdida, ante un delito que lacera a través del tiempo y que no se detiene.
Apoyémoslas alzando la voz para que ninguna nos falte, entendamos que su labor viene desde el corazón pues maternan con los brazos vacíos y en soledad; rascan la tierra con dolor, con el ánimo de hallar aquello de lo que se les ha privado, lo que nunca debió perderse, lo que nadie más quiere encontrar —un puño de huesos, ropa o pertenencias de sus ausentes—; exijamos su protección para que ninguna de ellas muera sin saber dónde están nuestros desaparecidos.
Publicado en: https://desdemujeres.mx/2025/04/11/madres-buscadoras/
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