Difícil conocer los caminos que el destino diseña para cada uno de nosotros. Aunque siempre estemos viviendo el futuro, casi no podemos decir nada sobre él. Y si decimos, basta reflexionar sobre los tiempos actuales, para enfgatizar la palabra “incertidumbre”. El destino, puedo decir, ha jugado algunas de sus piezas más crueles conmigo, pero también, ha puesto una alfombra roja cuando se trata de compartir con las personas que quiero, mis pasiones y mis proyectos. Uno de mis proyectos serios fue escribir poesía. Y digo serio porque desde el comienzo lo consideré una forma de vida para la cual debía de prepararme cada vez más, o lo que es: leer y escribir. El trabajo en el campo de la investigación, la docencia, se dio con el tiempo pero nunca me alejaron de ella. También, por supuesto, se dio la salvación y el amor, dos temas que he abordado en su momento.
En aquellos tiempos hubo personas que me motivaron a continuar mi camino en las letras y otras tantas, que me facilitaron espacios para mirar mis textos publicados. Esas publicaciones funcionaron como un motor porque seguí trabajando en esas primeras ideas; en esa forma tan dolorida de concebir el mundo. Pero, como dije, la poesía luego me salvó, me salva. Por esto, consideré la creación de Bitácora de vuelos (https://www.rdbitacoradevuelos.com.mx), primero como revista, luego como editorial especializada en libros de formato electrónico. Son casi seis años después de este atrevimiento. La poesía me mostró este camino y decidí tomarlo.
Hace seis años no tenía idea de lo que implicaba la decisión de abrir en internet un espacio. Un espacio para otros, no para los textos personales y, por lo tanto, con otro tipo de responsabilidad. ¿Qué sabía de páginas web, de diseño, de imágenes, de lenguaje html, css y javascript? Muy poco. Me he encontrado con cosas maravillosas, todas las personas que apoyan el proyecto y que tardaría esos seis años en mencionarlas; Adriana Bernal, fundadora y directora de e-ñ, editorial con ñ, que me abrió las puertas a otro mundo… ¡imaginen, nuestros libros se distribuyen en más de 600 puntos de venta en lengua española!; el equipo que conformamos la editorial: Raúl López, Juan Rivas, Alfredo Miranda; quienes nos apoyan como dictaminadores o lectores; quienes están al tanto de las publicaciones, comentan y comparten. Para quien empezó a escribir poesía y consideró eso un trabajo en solitario (sigo escribiendo en solitario), lo que iniciaba como Bitácora de vuelos ediciones, significó una revolución.
También hay situaciones desagradables; como en todo trabajo, como en la vida misma, la dicha y la felicidad se dan a cuentagotas. Considerar que un texto se va a publicar por el hecho de ser amiga o amigo de su fundadora, o de quien corrige los textos, o de quien dictamina en el área, por ejemplo, de narrativa, es un error muy común. Lo más difícil aquí es entender que nuestro propósito es hacer un trabajo profesional, un trabajo bien hecho. Me llegan correos en donde el reclamo es el siguiente: «¡Nadia! ¿por qué rechazaste mi obra?» No respondo a esos correos, no hay por qué hacerlo. Nos quedamos con la obra dictaminada a favor (tres personas se encargan de ello), sea para la revista o para la editorial.
Que yo recuerde (quizá me equivoco, la memoria suele traicionarme) nunca despotriqué contra una persona, institución, revista, editorial, por no aceptar mi obra. Tal vez, desde siempre tuve en claro que en estas decisiones se toma en cuenta a partir de la valoración de quienes dictaminan o califican un trabajo. Tal vez mal, pero finalmente una decisión que aceptará o dejará de lado nuestra propuesta. Mi padre (siempre vuelvo a mi padre), me enseñó a levantarme cuantas veces fuera necesario. Y lo que hacía era levantarme, como ahora lo hago. Entonces, viene por parte de aquella persona, la venganza en la que ha resumidas cuentas como directora y fundadora de la revista, ignoro cómo dirigir una empresa, desconozco el trabajo editorial, doy palos de ciego en cada decisión. Aquel proyecto maravilloso, porque irónicamente primero lo elogian a una, queda en dos segundos, rebajado.
No tengo estómago para las cosas difíciles, para los conflictos y editar libros, parece que lleva de manera implícita estas dos cosas. No obstante, menguan cuando veo un título más publicado, cuando veo circulando un texto de nuestras páginas y llegan los comentarios a nuestras redes o correos electrónicos. No esperamos que siempre los comentarios sean buenos; debemos mejorar cosas y agradecemos a aquellas personas que, haciendo uso adecuado de las herramientas de comunicación, se toman el tiempo para aconsejarnos, orientarnos, corregirnos. Cada observación, cada sugerencia, es sumamente valiosa.
Hace falta una participación mayor por parte de las escritoras. Queremos hacer un esfuerzo para publicar mayormente libros escritos por mujeres, pero necesitamos una mayor respuesta. Confiamos en que estos números cambiarán poco a poco; existen proyectos maravillosos que colocan a la mujer en el centro. Hay mucho trabajo por hacer. La poesía me ha llevado por caminos inusitados y éste es uno de ellos. ¿Qué le debo a la poesía? Todo lo que soy. Hay, alrededor mío y alrededor de este proyecto, personas maravillosas que me motivan y me inspiran a avanzar pese al cansancio, a esas pequeñas equivocaciones (¿a qué le llamamos experiencia?), pese a querer en repetidas ocasiones “tirar la toalla”. Festejemos lo que viene, los triunfos, las lecturas, los encuentros, esta compañía. Sí, festejemos. ¡Viva la poesía!
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