Sabemos que es un mundo increíble el que descubrimos en Internet, pues ofrece información sobre mil y un temas. Y en uno de esos paseos que se hacen por él,  fue  una de mis hijas la que supo del "Club de los Libros Perdidos". 

     Este club organiza cruzadas mundiales de liberación de libros. Se realiza cada inicio de estación y  consiste en llevar de nuestros libreros -a los que vamos atiborrando constantemente-todos los libros que queramos, a los lugares que se nos ocurran: cafés, restaurantes,  tiendas, etc., y ahí liberarlos. En cada libro se escribe una relación explicando que ese libro ya le pertenece a la persona que lo quiera tomar, pidiendo que a la siguiente entrada de estación hagan lo mismo de obsequiarlo, poniendo fecha y lugar de procedencia, pues así , al cabo de meses ó años, se verá que tanto han recorrido.

     Esto es con la idea de fomentar la lectura, -de lo que estamos tan necesitados aquí en nuestro país-, por lo que dos de mis hijas y yo formamos grupo y nos lanzamos a un centro comercial, con nuestro altero de libros. Aclaro que me cuesta separarme de mis libros, los hago muy  míos y les tomo cariño, tal vez por el placer que me dan, pero fue una experiencia muy gratificante. Al entrar al lugar escogido, buscamos a la persona de más autoridad, la que invariablemente nos recibió con una mirada de extrañeza y con cierto recelo; a medida que se le explicaba el motivo y nuestra intención de dejar algunos libros, su cara se iba relajando, suavizando y empezaba a formarse una sonrisa en su boca y en su mirada y terminaba con una cara de alegría y simpatía.

     En ningún lugar hubo rechazo, al contrario; en una tienda la persona que nos atendió era un chico joven y nos preguntó si el podía quedarse con el libro. Claro le dijimos. No tardamos en llegar a la puerta que otro muchacho nos alcanzó para pedirnos uno para él y decirnos que le gustaban más si eran  novelas. Terminamos más pronto de lo esperado y hasta lamentamos no haber llevado más libros.