En un estado de emergencia sanitaria como el actual, garantizar la libertad de prensa y el derecho a saber es crucial, porque la difusión y consulta de información de calidad, veraz, confiable, completa y oportuna protege la salud y puede salvar vidas.

Las y los periodistas son actores claves en cualquier sociedad que se considere democrática y en la que se respete el Estado de derecho. Han sido y son detonadores de cambios.

Al ser observadores, narradores y vigilantes de la realidad social, contribuyen a empoderar a la ciudadanía, pues incentivan el pensamiento crítico colectivo; pero también coadyuvan a fortalecer a las instituciones, porque al emitir opiniones diversas y compartir enfoques distintos evitan la “ceguera de taller” en la gestión pública, lo que facilita su corrección y perfeccionamiento; además, al denunciar actos contrarios a las leyes, aportan elementos para prevenir y combatir la opacidad, la corrupción y la impunidad.

Gracias al poder y alcance que tiene su pluma, más aún en tiempos de pandemia, podemos conocer los hechos que ocurren, formarnos un criterio al respecto, proyectar escenarios, tomar decisiones de qué hacer y cómo actuar, estar al tanto de las acciones públicas que se adoptan y de los recursos que se invierten, podemos exigir cuentas, ejercer mejor nuestros derechos y participar en el debate público.

Por todo ello, la libertad de prensa, que tiene como presupuesto a la libertad de expresión, junto con el derecho de acceso a la información, son pilares cruciales de las democracias. Son derechos humanos que se interrelacionan entre sí, que no pueden ni deben estar sujetos a mayores limitaciones que las establecidas en las leyes, ni ser objeto de censura previa.

En el mundo, las y los periodistas han padecido represión, han sido blanco de homicidios, de encarcelamientos y amenazas. Nuestro país no es la excepción, por el contrario, para un periodista en México decir lo que piensa le lleva a sufrir posibles ofensas contra su vida, su dignidad y su integridad.

El informe “Ataques intensificados, nuevas defensas” de 2019, de la UNESCO, reveló que entre 2014 y 2018, en promedio, dos periodistas fueron asesinados cada semana. México está considerado dentro de los tres países más peligrosos para ejercer el periodismo junto con Siria y Afganistán.

De acuerdo con la “Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2020”, de Reporteros Sin Fronteras, que evalúa la situación de esta actividad en 180 Estados, México (lugar 143) es el país de América Latina con mayor riesgo para los medios de comunicación.

Otros datos nada alentadores son los que reportó la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión, en enero de 2019 a la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que indican que, en los últimos ocho años, sólo 10 de 1140 (00.13%) de las investigaciones iniciadas terminaron en sentencia.

Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa (3 de mayo), a manera de reconocimiento a las y los periodistas que practican con convicción, profesionalismo, responsabilidad y valentía su labor de informar, comparto un pensamiento del ex Secretario General de la ONU Kofi Annan: “Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural”.

*Comisionada del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México (INFO).
Twitter: @navysanmartin

Fuente:

Libertad de prensa, pilar de la democracia, Columna Brújula de Ideas, Diario 24 Horas, 05 de mayo de 2020, en: https://www.24-horas.mx/2020/05/05/libertad-de-prensa-pilar-de-la-democracia/

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