Desde que Dios creo al hombre... y a la mujer, o desde cualquier versión que tengan ustedes de los inicios de la historia humana; de lo que estoy segura, es que todos coincidimos que antes del ser humano no existían los diccionarios.

La lengua es una invención de las personas. Y aunque existen infinidad de tesis y disciplinas que estudian el origen del lenguaje y su desarrollo, lo cierto es que hemos sido las personas las que hemos ido construyendo el habla, la palabra y los símbolos como herramienta de comunicación.

Existen nociones filosóficas y hermosas del lenguaje, vocablos que han madurado en debates históricos. De hecho, el lenguaje ha ido creciendo y desarrollándose gradualmente y en su fondo, por los contextos que marcan la historia de cada lugar.

La historia de cada país o pueblo, las guerras, las invenciones, las tecnologías, y los contextos cambiantes, sin duda, van aportando nuevas y diversas palabras, concepciones y nociones sobre la realidad y la cultura.

Así se va desarrollando el lenguaje y escribiéndose nuevas palabras y paginas al diccionario...

¿Tan dificil es entender que el mundo cambia? ¿Tan complicado es sumar palabras y vocablos que permitan visibilizar las violencias y la discriminacion? ¿Tan incomodo es incluir palabras que permitan fortalecer la igualdad?

Sin duda el desarrollo de la sociedad también lo construyen las personas. Por eso es trascendental seguir trabajando para incidir en escribir las palabras perfectas que nos definan en los términos de paz que requerimos como sociedad.

Abogar por un lenguaje incluyente es y seguirá siendo sumamente necesario.

Lo que no se nombra no existe... yo escojo existir