Hace unos días leí la historia de Anne-Laure Le Cunff, una mujer que dejó su trabajo soñado en Google después de rozar el agotamiento.
Lo tenía todo: un gran salario, proyectos brillantes, reconocimiento. Hasta que su cuerpo le puso un límite.
De esa crisis nació algo poderoso: una nueva forma de entender la vida a través de los tiny experiments, pequeños experimentos cotidianos para aprender, descubrir y avanzar sin necesidad de tenerlo todo bajo control.
Su historia me conmovió porque se parece a la de muchas de nosotras.
Mujeres que un día seguimos el camino esperado —estudiar, trabajar, cuidar, rendir— hasta que el cuerpo o la mente dijeron basta.
Y, desde ese “basta”, comenzamos a reconstruirnos.
A buscar otra manera de vivir y de crear.
A hacer de la curiosidad una brújula y no un lujo.
En Mujeres Construyendo lo vemos cada día: mujeres que, después de una carrera profesional intensa, una maternidad o una crisis de propósito, deciden reaprender, reinventarse y volver a empezar.
La curiosidad es ese impulso que nos permite dar el primer paso sin garantías, con el corazón abierto y la mente despierta.
No hace falta saberlo todo ni planificarlo al milímetro.
Solo preguntarse: “¿Y si pruebo?”.
Porque no avanzamos solo cuando tenemos certezas, sino cuando damos un paso sostenido por la curiosidad.
Inspirada por los tiny experiments de Le Cunff, pensé en cómo trasladar esa filosofía al mundo digital y a nuestra vida diaria.
No se trata de productividad ni de metas, sino de cuidar la mente y el alma a través del aprendizaje continuo.
Algunas ideas sencillas para empezar:
La historia de Anne-Laure Le Cunff podría ser la de cualquiera de nosotras: cuando lo planeado se derrumba, queda la posibilidad de experimentar.
La curiosidad se convierte entonces en un acto de libertad interior.
En una manera suave, pero poderosa, de decir: “aún tengo algo nuevo que aprender, algo nuevo que crear”.
En un mundo que exige certezas, atrevernos a probar es nuestra forma de resistencia y también de libertad.
Esta semana, hazte un regalo: elige algo que despierte tu curiosidad y dedica unos minutos al día a explorarlo.
No busques un resultado. Solo observa qué despierta en ti.
Quizás, como Anne-Laure, descubras que los pequeños experimentos pueden cambiarlo todo.
Y que la curiosidad —esa que nunca se apaga del todo— es el mejor punto de partida para seguir construyendo.
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