Por varios y variados motivos, por una temporada -días que se convirtieron en unas semanas-, había relegado el tejido.
Pero hoy, con vivos deseos, desenterré las agujas y el estambre y acompañándoles venía una chambrita inconclusa.
Hablo de esta prenda pequeña, porque he tejido muchas de un gran tiempo para acá y no porque tenga mucha familia recién nacida, ya que hace dos meses apenas, me convertí por primera vez, en bisabuela -y estoy feliz con esta nueva experiencia-. Y las he tejido, porque me encanta que a los bebes, al nacer, se les pueda vestir con prendas exactas a su tamaño. Por eso las hago y las comparto.
Además de que el tejer es mi gran afición, mi terapia, mi forma de expresar creatividad, siempre he sentido que, no solamente se está creando con el estambre y punto a punto una prenda, también se está entretejiendo en ella pensamientos, sentimientos, recuerdos, vivencias; en una palabra, estoy uniendo al hilo del estambre un hilo fino y fuerte, que forma parte de mi vida y de mi alma.
Por eso, a pesar de ser una chambra pequeña, para mí resulta una gran creación.
Y así hoy he vuelto a tejer.
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