La historia de Gabriela comenzó con un viaje, un encuentro del destino y un final feliz: la casa propia.

En Europa conoció a su actual marido con quien hoy disfruta de su casa en Mendoza. Hoy elige compartir su historia con nosotros.

“En el año 2004 tuve la enorme suerte de estar en el lugar y en el momento justos para obtener una beca de estudio en Italia. Como hablaba alemán y no creía que pudiera volver a viajar a Europa, quise visitar Alemania. En los escasos días que estuve visitando la maravillosa ciudad de Munich, el destino quiso que conociera a Andrew. Después de esos cuatro días en la Baviera, cada uno siguió su camino. Internet fue el soporte tecnológico imprescindible para continuar conociéndonos y cimentando la relación.

Andrew cruzó el Atlántico y vino a Mendoza por primera vez en marzo de 2005. Mendoza le abrió los brazos dándole lo que todos necesitamos: un trabajo digno. Él había comprado una casa en el Reino Unido con el sistema de hipotecas en los 90s. El valor de mercado de la propiedad bajó y cuando quiso cancelar su hipoteca, resultó que, por más que devolviera la casa y que hubiera pagado durante 8 años, todavía le debía dinero al banco.

Para nuestro primer aniversario ya había llegado a Mendoza la sucursal de Natania. Yo los conocía porque mi mejor amiga vive en una casa de Natania en San Juan, y su experiencia había sido muy positiva. Incluso les había tocado pasar por la crisis del 2001, y la actitud de Natania había sido muy comprensiva. Para Andrew era difícil creer en el sistema de Natania, pero agradezco que una vez más haya confiado en mi olfato y hayamos hecho el esfuerzo que hoy se materializa en nuestro lugar en el mundo.

El festejo de nuestro primer aniversario fue iniciar una carpeta con Natania. Cada mes íbamos sumando aportes, y tachábamos un cuadrito a la vez del almanaque casero que representaba los meses que nos faltaban pagar hasta la entrega. La casa llegó en diciembre de 2013. Vinieron los albañiles y aprendimos de ladrillos, hierros, cemento y tipos de arena hasta que terminamos las medianeras, ampliamos nuestra casa y soñamos un jardín, que hoy es el reino de nuestro perro “Mr. Mc Conaughey”.

Un viaje, un amor y un sueño compartido: la casa propia Gabriela Maurín y Andrew Thornton.