Siempre que pienso o pronuncio Mayo, lo asocio a la palabra “florido”. Hoy que estoy en día especial, dispuesta a la reflexión, me cuestiono el por qué?
En las suficientes macetas, grandes y medianas, que tengo en casa, algunas están floreando para mi satisfacción, pues dedicación, tiempo y esfuerzo me han costado.
Al ir por la calle he visto algunas magníficas floraciones de bugambilias, aunque no muchas. Y las hermosas jacarandas ya hace tiempo se cambiaron por follaje. O sea que no hay profusión de flores en su apogeo.
Podrá ser porque, en el tan comercializado día 10 se compran y se regalan muchas flores?. No lo creo, pues a parte de flores a las mamás les dan muchas otras cosas, muy variadas y de diferente utilidad y ellas siempre dicen “gracias”.
En este estado reflexivo – confieso que una de mis hijas me predispuso a ello- empecé a echar marcha atrás en el tiempo y mi vida y llegue, por una extraña conexión, a la iglesia de San Bernardo, en pleno centro, y me recordé a mi misma vestida de blanco y con una azucena en la mano, junto con mi hermana y otras niñas, empezando a caminar atrás de un acólito que llevaba incienso prendido, hasta llegar al altar y cada una de nosotras dejar su flor a los pies de la Virgen.
Era el mes de Mayo, el mes de ir a ofrecer flores a la Virgen, era el emocionante FLORIDO MES DE MAYO.
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