(((A nueve meses del temblor, la CDMX parece haber olvidado ciertas cosas)))
Todos estuvimos ahí, antes, durante.... después, perdimos algo, con los minutos no se sabía nada, las redes caídas, los edificios también y el corazón en modo de colapso, suspendido por el miedo, la incertidumbre y la tristeza inminente.
Eran las cinco de la tarde del martes, mi familia "estaba bien", por aquellas horas no sabíamos aún que ese "¿estás bien?" sería la pregunta obligada entre conocidos y desconocidos, aún se organizaban las brigadas, un mundo se gente salió a la calle, con los ojos llenos de temor y las piernas bien sembradas a la tierra, a su tierra, para la noche del 19 de septiembre de 2017 México ya era noticia internacional.
La mayoría fue a la casa materna, a la de los amigos, queríamos estar juntos, a pocas horas no se sabía cuántos habían desaparecido, han pasado cinco días y aún no terminamos de contar, todos estuvimos ahí, no eran los 43, "que están re lejos", tampoco las mujeres del Estado de México "que tuvieron la culpa por ir de falda, solas y en la noche, o se habían ido con el novio", no, no eran las noticias, por esos días todos fuimos noticia.
Las heridas estaban abiertas, la ciudad crujía de sus entrañas, se vio de todo, lucha de poderes, tráfico de influencias, rapiña, pero también solidaridad, fresas, hispters, veganos, animalistas hablábamos entre nosotros, nadie dijo, —hola, soy Fulano y soy runner—, nos preguntábamos nombres, hablábamos como si fuéremos viejos conocidos, lejos de las pantallas de los celulares, como horas atrás, cuando en el simulacro por la conmemoración de los 32 años del "gran terremoto que asoló al entonces Distrito Federal" se percibía la apatía de tener que subir y bajar escaleras de oficinas y escuelas.
En secreto agradecíamos estar vivos, tener una casa, saber que en algún momento llegaríamos a darnos una ducha de agua hirviendo, todos los vimos, teníamos tierra en las pestañas y el llanto atorado en la garganta, de los edificios desalojados la gente armaba comisiones para sacar sus pertenencias, después del 19 de septiembre todos nos mirábamos a los ojos, en las calles terregosas y llenas de escombro, silencio y un frío en el alma encontramos amigos de la prepa, tenderos donando sus cosas, restaurantes dando de comer y señoras atentas a que tuviéramos algo en la boca.
Nadie pensó tener que ver tanto en una semana, tener sangre fría y estar lista para ver lo que se tenga que ver, todos estábamos atentos a las señales, puño arriba era silencio, dos puños arriba era que habían encontrado a alguien con vida, yo ví a uno salir de entre los escombros, preguntaba por su hijo, los sonidos eran diferentes, patrullas, gritos, silbidos, era complicado escuchar a los escasos pájaros que viven en la ciudad, espero que después de esto no se vayan a vivir a otra parte.
Nacieron noticias falsas, mayor desconfianza a las instituciones, pero también nacieron héroes, los burlones memes mexicanos desaparecieron para dar paso a Frida, a los jóvenes sacando piedra con sus delicadas manos de millenials de la Condesa, de la Roma, de la doctores, de Ciudad Neza, nunca se quejaron, trabajaron junto con los policías federales y militares, mujeres cargando cubetas llenas de pedazos de pared, de vidas ajenas, de historias que no terminaron. Profesionistas ofreciendo sus servicios de manera gratuita, todos vimos a alguien dejar algo para darlo al otro, sin subir una selfie, sin preguntar nombres, sin poner ubicación en redes sociales.
Pasaban los días y hubo uno que nadie sabía si era jueves o viernes o martes, los centros de acopio estaban abarrotados, los albergues comenzaban a llenarse, llegaron payasos, cuenta cuentos y maestros a dar dulces a los niños, muchos habían perdido no solo su casa y su escuela, sino a sus amigos, a sus padres, a sus mascotas y ni siquiera lo sabían.
En la Ciudad de México salieron por esos días no sólo varillas, pedazos de vidrio, ropa ajena y fotografías viejas, salió también lo peor y lo mejor de cada uno, estábamos todos ahí, fuimos parte de la historia y al parecer aún no nos hemos enterado, muchos seguimos sin sentir nada, el domingo ya las calles olían a descomposición, a ganas de encontrar cuerpos y ponerles un nombre, entregarlos a sus familias y la silenciosa esperanza constante de encontrar a alguien con vida, todos esperamos buenas noticias, nadie nos las da, todavía...
Vi a paramédicas, policías, periodistas, doctoras, psicólogas, militares, trabajadoras, estudiantes dejando a su familia, a sus hijos en lugares seguros para ir a trabajar, a sacar escombros, a hacer sándwiches para los brigadistas, vi a hombres llorar de terror "como niñas", los vi fuertes, solidarios, agradecí por fin estar entre ellos, a mirar su fortaleza y el amor con el que ayudaban a gente que ni conocían.
En la noche, esta noche, las miradas ya venían llenas de tierra, de escombros, de ganas de olvidarlo todo y festejar con tortas de tamal y quesadillas con queso, con pulque y cerveza, como Dios manda, pero no, mañana pasaremos por lugares que ya no existen y se comenzaran a sentir las ausencias, el dinosaurio, como dice Monterroso, aún sigue aqui.
Publicado
25th September 2017 por
Mariangel
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