Mis palabras están calladas, no alcanzan a tomar vuelo y cada una sale como una pompa de jabón,  preciosa, perfecta, colorida y efímera.

Y han pasado semanas enteras sin poder atrapar alguna, las guardo en alguna de mis neuronas dormidas jurando sacarla para cuando haga falta, luego la olvido como todo lo que de verdad importa.

Luego pasa cada letra sin poder atraparla y darle forma, se me quedan atoradas como la gente en el metro que se aferra en la puerta aún cuando baje hasta la terminal que está a 500 años luz.

Y luego me doy cuenta que no tengo mucho que decir ni a quién decirlo,  porque hablo muchas cosas pero al final nunca digo nada.

Tratando de adecuar muchos fonemas a cada uno de mis contextos,  poniéndolos bellos para que se queden en alguna ajena cabeza mas nunca en la mía.

Quiero luego escribirlas, dejarlas libres al viento y que cada letra encuentre al fin su lugar y no lo logro porque ya no hay nadie que las quiera escuchar.

Y quiero decir basta pero de mi boca emana un sigue, y quiero gritar tristeza pero de mi boca salen estrofas de  canciones felices y quiero escribir algo, lo que sea, pero mis dedos se quedan tan quietos como las lagartijas cuando se sienten observadas.

Se que están todas por ahí,  buscando algún cuaderno, para vivir entre papiros y tintas,  para que alguien las tome y las haga propias, pero ya no dejan que las tome como mías.

El mayor error fue quizás considerarlas propias y estar confiada en que mis dedos parirían eternamente historias con nombre y apellido,  pero  las letras siguen ahí,  escondidas,  intactas y ajenas a mí.

Debí entonces tomar, como todo en la vida,  cada letra como prestada para que así no costará tanto trabajo dejarlas ir, para no confiar en que las historias estarían siempre en algún rincón de mi cabeza para transformarlas en textos.

Y pasan los días y solo escribo de alzas y bajas en la economía,  de adelantos tecnológicos y cosas que nadie entiende y que se leen más por la obligación de vivir informados que por el gusto de ver algún rostro reflejado en tantas cifras.

Y limpio en automático cada letra ajena, pongo cada punto y coma en su lugar, los acentos donde van y las mentiras donde no van y se me han pasado los días tratando de escribir algo de mi para el mundo con el mismo éxito que puso Juan en creer en la resurrección de Cristo sin pruebas fehacientes en sus manos.

Y pretendo que las letras volverán a mi y que mi anorexia emocional será tan pasajera como mis amores, tan fugaz como mis sueños y tan temporal como las lluvias de agosto que llegaron a noviembre.

Siento que ahora forman parte de los muchos abandonos que atesoro en alguna grieta del alma y no se si volverán ni de qué forma, lo único que sé es que su ausencia me deja estreñimiento en el alma.

Twitter: @Miss__Ovarios

Bolg: http://mariangel-elovario.blogspot.mx/

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