La última publicación en Akelarre en la ciudad !!
He leído una revista femenina y tengo una depresión horrorosa: resulta que elijo mal mis sujetadores y necesito comprarme un abrigo nuevo porque es otoño; se llevan grandes. Mis reservas de ácido hialurónico y fibroblastos están fatal así que tengo que comprarme cinco cremas; todas por encima de los 100€ y una base de maquillaje de 52€ cuya principal virtud es que no se note que la llevo. Mi casa no está a la moda; carezco de “telas vitamínicas y cromatismos audaces” y lo que es peor, el horóscopo me advierte de que mi subconsciente tiene mucho que decirme; estoy aterrada.
¿Qué extraño placer encuentran las mujeres en leer revistas femeninas? Hasta hace algún tiempo expertos en imagen recomendaban un corte de pantalón u otro dependiendo de tu constitución, pero hoy en día las revistas se parecen más a una madre cuando vas a salir por la puerta un sábado por la noche: - ¿Vas a ir así? Esa falda te hace culona, las botas están para tirar y te he cogido hora en la peluquería para el martes. Ah! ¡Y mañana quitamos los posters de tu habitación, ya no tienes edad!
Las madres nos trajeron al mundo; ¿Qué han hecho las revistas por nosotras?
Me gusta leer artículos motivadores de investigadoras brillantes que avanzan en la lucha contra enfermedades tropicales, juezas temidas y galeristas internacionales; pero la parte donde con 25 años tengo que empezar a ahorrar para el Botox me pone en tensión. El lado bueno es que como no soy madre me libro de los cursos de psicología adolescente, lo que siempre me deja tiempo libre para ir aprendiendo recetas con soja; muy práctico todo.
El otro día, en una página de motivación deportiva encontré una propuesta de horario ideal para tener el cuerpo perfecto:
Una pobre ingenua preguntaba cómo debía compaginar éste horario con su jornada laboral; me abstuve de comentar. Con un mínimo de lógica, ese programa está destinado para alguien que no trabaja y no tiene clases, por lo tanto o estudia a distancia o está en época de exámenes; en ambos casos tres horas y media de estudio al día avocan al más estrepitoso de los fracasos. ¿Quién puede hacer este plan?
¿Por qué no nos dejan de vender obligaciones absurdas? ¿Por qué las estudiantes, economistas, recepcionistas o profesoras tienen que mantener su imagen al nivel de las personas que se dedican a vivir de ella como las modelos, actrices, presentadoras o cantantes? ¿Somos conscientes de que los actores cuentan con un período de tiempo remunerado para dedicarse a preparar su imagen de acuerdo con el personaje que interpretan?
Una charcutera normal y corriente no necesita desfilar todas las mañanas hacia el pavo embuchado como un ángel de “Victoria’s Secret” una tarde al año tras tres días sin comer y miles de euros en tratamientos de belleza para la ocasión; no tiene sentido.
No tiene sentido, no, pero son como una pequeña droga: las leo, me enfado, reconozco los potingues que jamás me compraría en las tiendas, tiro la revista, hago deporte cuando puedo, paso olímpicamente de mis fibroblastos y me vuelvo a comprar la siguiente revista. Es un círculo vicioso, me entretengo mucho.
Si te ha gustado... ven a ver mi Blog! http://akelarreenlaciudad.blogspot.fr/
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