Aunque es más conocida por su narrativa, especialmente por su novela La voz dormida, una novela que podríamos calificar -sin equivocarnos- como imprescindible, porque nos ayuda a bucear en el papel que las mujeres jugaron durante unos años decisivos para la historia de España; Dulce Chacón también ha cosechado la poesía, género en el que ella se sentía más cómoda. 

"nadie escapa a la desmesura de la rosa", Matar al ángel

Dulce nace en Zafra (Badajoz) en 1954 y, aunque a la corta edad de once años muere su padre, ha sido tiempo suficiente para inocular en su hija la pasión que sentía por la poesía. A su madre, le debe la que hereda por la lectura. De la conjunción de ambas pasiones nace la palabra de Dulce Chacón.

Desde muy joven, empieza a escribir poesía, novela y teatro, aunque no es hasta 1992 cuando publica su primer libro de poemas, género en el que confiesa sentirse más cómoda... "porque la capacidad de sugerencia de la poesía es superior a todo lo demás".

Socialmente comprometida con lo que acontece en su entorno, forma parte de la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, tema que aborda en su primera novela que lleva por título Algún amor que no mate.

 

También contribuye con la fuerza de su única arma, la palabra, con la Plataforma "Cultura contra la guerra" en la actividad pacifista que este colectivo despliega frente a la guerra de Irak.

 

Como integrante de "Mujeres contra la guerra", viaja junto a otras representantes del mundo de la cultura hasta Irak con el objetivo de conocer de primera mano la realidad de ese pueblo y manifestar su oposición al ataque liderado contra el mismo por el gobierno del presidente americano Bush.

 

Gusta también de ir por los colegios tratando de atraer a los y a las más jóvenes al mundo de la lectura... "el otro día vi una encuesta que me dejó estupefacta, y decía que en primaria había un 80% de apasionados lectores, y que cuando llegaban a secundaria quedaba el 8%. La lectura es apasionante, la prueba es que a los niños les encanta leer, les encanta los cuentos. Lo que pasa es que no sabemos cuidar eso ni transmitir la pasión de la literatura. Cada edad debe tener sus libros. Ahora los niños leen a Harry Potter, pues que lo lean, porque a lo mejor, dentro de unos años, eso les lleva a Proust".

 

Como poeta publica los libros de poemas Querrán ponerle nombre (1992), Las palabras de la piedra (1993), Contra el desprestigio de la altura -con el que logró el Premio de Poesía Ciudad de Irún en 1995-, y Matar al ángel (1999).

 

En la narrativa nos deja Algún amor que no mate (1996), Blanca vuela mañana (1997), Háblame, musa, de aquel varón (1998), Cielos de barro (Premio Azorín 2000) y La voz dormida (2002).

 

En La voz dormida, premiado como Libro del Año en el 2002, nos presenta una realidad ficcionada que le lleva cuatro años de recogida de testimonios personales y narra la historia de las mujeres que se vieron obligadas a guardar silencio tras la guerra civil, esas voces acalladas, que permanecieron en la sombra... aún incluso cuando las de ellos, los vencidos, fueron recuperadas. 

 

Mujeres que sufrieron una doble pérdida. Por un lado, la de un gobierno legítimo votado democráticamente en las urnas; por otro, la de unos derechos civiles como género conquistados en la República, que les concedió un status jurídico del que ya no volvieron a disfrutar en muchos años.

 

Dulce Chacón procedente de una familia conservadora, siente una gran inquietud por conocer la otra versión de lo acontecido y situar la memoria histórica en el lugar que le corresponde. Considera que la guerra civil acabará cuando las personas derrotadas también puedan contar su verdad... "no es ira ni revancha, sino un deseo legítimo de recuperar una memoria olvidada y secuestrada".

 

La construcción de un sueño

Siempre hay tiempo para un sueño.

 

Siempre es tiempo de dejarse llevar por una 

pasión que nos arrastre hacia el deseo.

 

Siempre es posible encontrar la fuerza 

necesaria para alzar el vuelo y dirigirse hacia

lo alto.

 

Y es allí, y solo allí, en la altura, donde

podemos desplegar nuestras alas en toda su

extensión.

 

Solo allí, en lo más alto de nosotros mismos,

en lo más profundo de nuestras inquietudes,

podremos separar los brazos, y volar.

 

... ella ha iniciado ya ese vuelo.


Cuando se había hecho un hueco entre las grandes y gozaba de un merecido reconocimiento y prestigio por su obra y por su compromiso, un cáncer le arrebata la vida a la edad de cuarenta y nueve años un frío día de diciembre de dos mil tres. 



A JOSÉ COUSO...

 

Nadie nos dijo

que la desolación llevaría

tu nombre.

 

¿Hacia dónde mirar?

 

¿En qué rincón podremos

amamantar esta tristeza

tan recién nacida?

 

Nadie nos dijo 

que el dolor nos vencería

en tu perfil.

 

¿Dónde encontraremos

un lugar para el llanto

después de haber mirado

la boca del cañón que te miró

y miraste?

 

¿Dónde?

 

¿Dónde,

cuando sólo nos queda

el hueco que anidó un disparo?

 

Nadie nos dijo

que con tu sonrisa se contaría

la historia.

Tinta desolada

que rescribe Bagdad.

 

FUENTE: Ciudad de Mujeres

 

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