En mi trabajo hicimos un estudio sobre el discurso de género en la campaña de Margarita
Zavala en redes sociales y medios digitales. Antes de los resultados, entendía que había
una fuerte campaña contra la homofobia de la candidata, me imaginaba que el impacto de
las mujeres que no se sienten representadas por el discurso “feminista” de la ex panista,
(quien defiende un sistema homonormativo y homopatriarcal) se vería fuertemente reflejado.
Pero me equivoqué, los resultados dejaron ver que lo que más resaltaba era el discurso
misógino.
¡Qué ilusa!
Tuve que reconocer que aún no se impregna en nuestra sociedad el debate, ni siquiera el
interés, por la igualdad de género. Yo soy de las que creen que el feminismo ha avanzado,
pero muestras como esta demuestran que “solo llevamos algunos pasos”.
En mi opinión el feminismo no es otra cosa que la lucha contra la discriminación, sea cual
sea su forma o motivación, porque cuando nos concentramos en las dificultades que
enfrenta una madre soltera en el ámbito laboral, con estudios, pero dejamos de lado las
dificultades que presenta una familia en pobreza de vivienda, alimentaria o extrema, o una
pareja del mismo sexo que busca acceder a los derechos que da el matrimonio o el
concubinato, perdemos la congruencia de nuestro discurso. Eso me temo, le pasó a Zavala.
La postura de ultraderecha de Zavala, su visión católica e incluso su delimitación de “mujer”
en un contexto totalmente heteronormativo, rechazando las otras posibilidades, con la
disculpa de “yo respeto lo que diga la ley” terminó quitándole la credibilidad para hacer una
campaña que uniera las voces de l@s personas que reconocen y se esfuerzan por disminuir
la discriminación en todas sus formas.
En el estudio encontramos que había una parte importante de menciones que apoyaban a
Zavala con la bandera de que es “mujer”, pero sin cuestionar sus políticas o las propuestas
de su proyecto de gobierno, tampoco paraban en las numerosas actitudes negativas que ha
tenido la expanista contra la comunidad LGBTTTI+; esos comentarios acríticos más que
apoyar un cambio de sistema parecían dar herramientas para los que consideran a las
mujeres como unas “oportunistas y montoneras”.
Lo que más dolía encontrar en el estudio eran los comentarios machistas reproducidos o
creados por las propias mujeres; abundaban las comparaciones con el personaje de la
cultura pop “Jaime ‘El Duende’”, las exigencias “cállenla” o “a su casa” o “vieja puta” eran de
las más recurrentes.En cuanto a los dignos reclamos de la comunidad LGBTTTI+ que mencionaban las
actitudes sutiles pero discriminatorias de la candidata, se leía una actitud menos insultante y
que abogaba por una actitud de respeto, ojalá ese espíritu se esparciera entre la conciencia
colectiva.
La campaña de Zavala, solo es uno de tantos ejemplos de un sistema que violenta a sus
ciudadanos, el cambio será paulatino; con educación y una continua lucha por visibilizar la
situación de las personas vulnerables; pero principalmente con discursos congruentes que
reconozcan las dificultades de todos los oprimidos, que hablen de la “mujer” como un punto
de vista del mismo problema y no como las únicas afectadas.