Dicen que uno es lo que vive, pero obviamente somos lo que decimos que vivimos. O algo así.

En las últimas semanas ni siquiera me enteré de las Posadas,  Navidad y Año Nuevo, mi error: asumir que la realidad es lo que siento.

Lo pensé, lo recordé, lo dije, no sé: el ego te arruina.

Tengo algunas ideas que pueden estar equivocadas, como la capacidad de vivir en una isla desierta y cosillas como el fracaso de las parejas o la soledad como futuro. Estas ideas consumieron mi espíritu Guadalupano, Navideño y alcanzo el día de Reyes, lo que me hace sentir muchas cosas… malas.

Malas por que no me gusta sentir enojo en mi corazón de madre. El enojo con todos sus aditivos de rencor, amargura, impaciencia… y que disimulan la tristeza y su respectiva vergüenza. 

Cuando uno se convierte en madre o en mi caso, cuando me convertí en madre tuve diferentes temores, pero uno que no desaparece ni se transforma: el miedo a no alimentar el espíritu de mi hija. Ya saben, la fuerza para volar.

Es inevitable que recuerde cuando sentí mis alas fuertes y tuve que detenerme. O como creo que pasó: cuándo quise volar y aprendí que no podía. Cuando por fin volé… no sé si fue tarde o temprano, en realidad tampoco sé qué decir de ese momento… pero cuando paso, decidí hacerme fuerte.

Pensé en eso durante estos días de lo que llamo el "derrumbe", por qué quizá ni siquiera fui fuerte y sólo quise verme fuerte. Entonces fue mi ego el que no quería ser molestado cuando alguien criticó mi forma de hacer las cosas o cuando no quise llorar de vergüenza en la decepción. Lo que yo creí de mi a veces sonreía para agradar aunque rechinará sus dientes de fastidio antes de dormir. 

Pero el resto del tiempo todo parecía ir bien.

Hasta que tienes un bebé, suave, frágil y que sobrevive en tus brazos. Entonces recordé eso: sólo tienes ojos para ella. Y así me siento, que habito en el planeta Tierra únicamente con mi hija. Entonces el ego se queda con las otras personas que se supone estarían con nosotras y no pudieron o no quisieron (en este punto ya no las juzgaré). Y las ganas de ser fuerte se transforman en miedo. Terror a que yo falte y ella se quede sola, en ese planeta…

Entonces es cuando creo que siento mi verdadera fuerza para tranquilizarme, cerrar los ojos y contar lentamente. Sentir los segundos como agua que cayera sobre nosotras, hundirme en el presente junto a mi hija y agradecer el tiempo juntas.

Entonces el cansancio, los compromisos, el trabajo, el desempleo, el hambre, la impaciencia, cualquier cosa que parezca mala es sólo algo lejano a nosotras que como la luz del sol también desaparece en el horizonte. 

Y habrá días en que el mundo que construí con otra persona también parezca atraparme con sus recuerdos, promesas… y me enoje conmigo. Pero tendré que olvidar como parecer fuerte y sólo buscar cómo serlo. 

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Comentario

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Comentario de Angie Contreras el enero 29, 2015 a las 1:31pm

Querida Carmen:

Aún no soy madre y no estoy en planes de serlo, por lo que me es muy complicado entender tu sentimiento, pero si soy hija, y como tal puedo decirte que aunque a veces reneguemos, nos enojemos y creamos que ustedes (nuestros padres) están en esta vida para arruinar la nuestra, al final siempre al final decimos “mamá tenía razón”.

Por todo lo demás que leo, Dios!, en verdad eres fuerte y eso debes recordarlo todos los días, porque ahora debes serlo por ti y por esa princesa que te vera como su más grande heroína.

Creo que muchas veces planeamos y  pensamos en lo que el futuro debería ser, y a final las cosas no salen como se “supone” deberían, por eso creo que se debe disfrutar cada momento.

Comentario de Martha Elisa Rosales Godínez el enero 28, 2015 a las 11:26pm

Hermosa Carmen, me gusta la forma en cómo explicas ese sentir cuando por circunstancias, abandonos, falta de experiencia y te puedo decir que hasta la falta de "malicia" como mujer, te encuentras con una hermosa niña y tú en tu propia isla.. te escribe una madre soltera que a mis 20 años decidí tener a mi hija, aunque muchas personas ajenas a mi sentir decían que era mejor abortar que "destruír mi futuro", claro que ahora me río.., pero en ese entonces estaba yo perdida porque no sabía que hacer y sobre todo llena de miedos como tú, porque me educaron a que "necesitaba a un hombre que me amara"; chispas creo que no lo encontré..

Pero te puedo decir que mi hija con sus pasitos de vida me enseñó a sentirme orgullosa como madre y como ser humano... aprendí de ella a ser honesta conmigo misma, que no necesito de un hombre para ser quien soy y a la vez eduqué a mi hija a ser una mujer responsable, capaz, sin apegos emocionales (y no me refiero a no amarme; sino amarse demasiado para estar fuerte cuando alguien le rompa el corazón) le enseñé que la vida es maravillosa y que gracias a ella mi vida cambió 360° y que todos mis miedos de vida se fueron.

Actualmente mi hija tiene 31 años y es una mujer independiente y muy feliz, vive en otro país y todos los días ella sabe lo orgullosa que estoy de ella.

Deseo que te des cuenta que eres afortunada porque tu aventura de vida es única y de nosotros depende modificar lo que no nos gusta!!; y si no encuentras trabajo, autoempléate  en algo que sepas hacer y disfruta tu nueva y maravillosa vida!!! Aquí estoy para apoyarte emocionalmente si quieres!

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