La actual polarización social, combinada con la resonancia que tiene Internet, nos ha llevado a “acostumbrarnos” a leer o escuchar constantes manifestaciones cargadas de rencor, descalificación, insulto, intimidación o agresión de unos hacia otros.

Entre esta clase de violencia en línea se encuentran el ciberacoso, que se traduce en molestar u hostigar a alguien reiteradamente; y los discursos de odio, que implican ataques dirigidos a una persona o comunidad por su religión, nacionalidad, género, etnia, orientación sexual, discapacidad u otra característica con el fin de discriminarla, excluirla u oprimirla.

Estas tóxicas formas de proceder, que hablan más de quien las ejecuta que de su destinatario, buscan quebrantar la dignidad de este último, generarle un daño emocional, psicológico o reputacional, y, para el caso de colectivos vulnerados, provocarles un efecto deshumanizador y de rechazo que afiance prejuicios y estereotipos en su contra.

De acuerdo con el MOCIBA 2023 del INEGI, de julio de 2022 a agosto del siguiente ejercicio, el 20.9% de los internautas mexicanos de 12 años y más (18.4 millones) fue víctima de asedio virtual, siendo las mujeres entre los 12 a los 29 años, en poco más de 30%, las que recibieron más ofensas, provocaciones, críticas, amenazas o extorsiones.

Debido a las particularidades de la red como es su efecto multiplicador, su transnacionalidad, la permanencia de sus contenidos, y la creación de usuarios anónimos o bajo pseudónimos, reales o automatizados (bots), incentivan la comisión de estos actos ante la dificultad de identificar al culpable.

No obstante, esta aparente impunidad de la que creen gozar los grupos ideologizados, haters o troles que están detrás, puede desvanecerse en cualquier momento, pues es posible averiguar su identidad, sobre todo si es se trata de conocidos que suelen delatarse por sus comportamientos offline, sumada a los datos y ubicaciones que se puedan obtener gracias a aplicaciones informáticas y a las investigaciones que se detonen.

Entre las acciones que han tomado los afectados de estas situaciones, como lo refiere el organismo nacional estadístico citado, se encuentran el bloqueo de cuentas, la indiferencia a los comentarios, su eliminación, y su denuncia en público, ante las plataformas o autoridades.

Para combatir estas conductas, cuando transgreden los límites de la libertad de expresión, se requiere de la corresponsabilidad de los gobiernos, pero, particularmente, de los prestadores de servicios que aseguren un mayor control de los perfiles y de la privacidad; además de promover una formación cívica y ética de una ciudadanía digital que no las tolere y exija respeto, inclusión y una convivencia pacífica; pues dice una frase que “la tecnología no debe ser una herramienta para herir, sino para conectar y crecer”.

POR MARINA SAN MARTÍN REBOLLOSO

ESPECIALISTA EN TRANSPARENCIA Y PRIVACIDAD

@NAVYSANMARTIN (Instagram, Threads y Space X)
LinkedIn marinasanmartinrebolloso

Fuente: "Ciberacoso y discurso de odio en la red", El Heraldo de México, 23 de septiembre de 2024, disponible en: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2024/9/23/ciberacoso-discurs...

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