Hubo un día en que descubrí el estado de destrucción en que me encontraba por el hecho de haberme enamorado. Asustada y llena de llena de dudas, sabía que tenía que cambiar algo desde la raíz.
A mis 40 años, decidí convertirme en la protagonista de mi vida, pero una vida gozosa y creativa, que habría de contradecir lo que muchas personas esperaban de mí, como casarme, vivir en pareja y tener hijos.
Haber optado por inventarme una vida placentera se convirtió en mi proyecto de trabajo personal y profesional, desafiando la idea del amor que provoca dependencia emocional, económica y que me había orillado a aceptar como normales, muchos abusos en mi vida personal y laboral.
Comencé por escribir y dirigir mis propias obras, creando personajes femeninos que no quieren ser heroínas, que no se sacrificarán por nadie, cuya mayor preocupación no está en conseguir una pareja, ni en llegar a ser madres. El objetivo de mis personajes es emprender su propia búsqueda personal para reconocerse únicas, completas y con derechos. Para estas personajes el valor ético más importante es su propia dignidad.
Y así como en la escena sueño que las mujeres son dueñas de su propia vida, quiero que mis espectadoras se contagien de ese poderoso sueño, que mis compañeras de trabajo, mi hermana, mi madre, mis tías, mis primas, mis sobrinas y todas las mujeres sueñen y vean realizados sus deseos sin miedo y placenteramente.
Estos son fragmentos de mi texto que fue seleccionado en el marco de una Convocatoria literaria. Si quieres conocerlo completo, te invito a revisar www.la-critica.org
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