No importa cuanto tiempo pase, los recuerdos se quedan en la mente, y el recuerdo de aquellos que nos han dejado se presenta en estos días con una fuerza tal, que es como si nunca nos hubieran dejado.
En pasados días, el 27 de octubre para ser exactos, fue el anivesario luctuoso de mi padre y el hecho que de haya sucedido en una fecha tan cercana a la fechas de Día de Muertos, siempre lo hace, de alguna manera una fecha para celebrar, llorar y recordar.
Mi padre siempre quiso que sus restos se dispersarán en el universo, así pues mi madre y yo,cumpliendo su última voluntad, decidimos esparcir sus cenizas. Al cumplir el año de fallecido, emprendimos expedición con sus cenizas a las pirámides de Malinalco, pero así como llegamos a la cima, así nos bajaron, pues está prohibido tirar cenizas en este tipo de lugares. Dejamos pasar un año más para decidir donde sería el lugar ideal, mi padre sólo dispuso que sus cenizas fueran regadas en campo abierto, pero no en un lugar en específico, motivo por el cual el lugar ideal no era para él, pues sus cenizas se unirián al TODO, pero el lugar ideal para nosotras, para poder volver y recordar. Después de mucho pensar decicdimos que los Arcos del Padre Tembleque sería un lugar maravilloso.
Para los que no conocen este lugar, es un acueducto construido en 1555, su construcción duró 17 años y fue ideado por un franciscano preocupado por los indígenas que vivían en la zona, pues su ojo de agua se había contaminado y no tenían agua potable. Está ubicado en un pueblo llamado Tepeyahualco, al cual se llega por la carretera que lleva de la ciudad a Tulancingo.
En palabras de mi padre, que es de Querétaro y gran admirador del acueducto del mismo lugar, cuando conoció este lugar admitió que eran mas bellos que los de su tierra natal.
Y bueno ahora que se cumplen 9 años ya de su partida y hoy 2 de noviembre, los recuerdos permanecen, lo espero con ansia en la pequeña ofrenda que en su honor y de mis otros seres elaboramos. Este año en especial ha sido una semana entera de celebración y quiero agradecer con todas mis fuerzas al hombre que comparte su vida conmigo, por celebrar conmigo, por recordarlo a pesar de no haberlo conocido y de honrar el lugar donde lo recuerdo.
Se que mis muertos y los suyos nos observan desde donde estén, los esperamos año con año, pero los llevamos en el corazón a diario.
Brindo por ellos y con ellos este día de muertos.