Gracias a quien las merece.
Llego a casa después de dos o tres semanas en friega loca y de pronto entiendo que debo recuperar mis placeres porque aunque vida es movimiento… tanto movimiento no es vida.
Tengo taller, se va mi amiga (mucho más que alumna) y me quedo plena de palabras, de contenidos y sentidos que saben rico. Me clavo en mis viejos discos. Uy! Terminé escuchando el coro de los Peregrinos de Tannhäuser a las dos de la mañana… imaginen todo lo que pasó en cinco horas.
De la Farandouris a María Ostiz, Oscar Chavez, Trova Cubana... Pum!: Verdi, Tannhäuser y de ahí pál real.
Y no me queda más que agradecerles a mis padres. Desde mis diez o doce años me enamoraron de la música, de la lectura, sin darme cuenta; de peroles, fiestas, sazón y cariño. Claro que heredé mañas… pero tengo tanto qué agradecerles; mucho más que la vida que me dieron... este pilón, no tiene precio.
Tu qué heredas de tus padres?
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