Hay días en los que uno sólo quiere llorar. ¿Motivos? No son necesarios, sólo se necesita la firme convicción de que al llorar las penas se curarán. O no.Tal vez no lo hagan nunca. Quizás sólo se necesita cerrar los ojos y soltar lo que uno trae. Sin prisa y tomándose el tiempo. A sorbitos. Frustraciones, miedos, esperanzas, sueños. Uno a uno se va desgranando entre lágrimas y así, con la mirada más limpia y el corazón un poco más chiquito uno vuelve a caminar.