Esta es la pulsera de Alan, un niño de 10 años que junto con Evelin y Fernando de 12 estuvieron conmigo en un taller de bisutería. El viernes Alan prefirió salir a jugar pelota, pero ayer no, no se despegó y confieso, lo descuidé mientras atendía a las demás señoras y jovencitas que participaron con las indicaciones para hacer formas básicas y luego combinarlas para que puedan animarse (ojalá) y hacer algo juntas en beneficio común.

Me gustó mucho la pulsera de Alan porque puso en ella todo lo que estuve enseñando... parecía que no atendía en la esquina de la mesa pero sí, escuchó, vió e hizo todo el tiempo con su timidez de niño las diferentes formas de engarzar y combinar las cuentas.

Probablemente si no estuviera "perdiendo el tiempo" como me dijeron hace unos días, yo no hubiera compartido una mañana con Alan en un pueblo semirural y un poco marginado por su lejanía del sur de la ciudad,

Él no hubiera hecho su círculo de colores y yo no tendría tarea para reflexionar sobre mis círculos multicolores como son las vivencias, algunas luminosas, cálidas y otras oscuras, frías... enlazadas de forma menos afortunada unas y otras un poco más sólidas.

Y no, Alan no me regaló la pulsera porque es para una niña que le gusta... ;)