El trato al cliente.

Tsss, cosa complicada.  Porque uno no los escoge, porque no tan fácil les mandas al diablo y porque tenemos en juego el contrato (a fuego impreso en la consciencia) aquello de que el cliente siempre tiene la razón… aunque no la tenga.

Por cuarenta años me ha funcionado bien tratar al desconocido que tengo enfrente como si fuera una dama o un caballero. Hace casi tres décadas me lo comentó mi médico: “En tu trato das por descontado que te voy a responder, que soy digno de tu respeto y tu confianza. Tsss. ¿Cómo demonios te quedo mal?” Sacas de las personas lo mejor que pueden darte…. Aunque no haya sido tu intención.  Entonces me pareció muy amable de su parte; me llevó años entender que la fórmula funciona no por calculadora sino porque así sucede.

Ahora atiendo padres de familia desde los uniformes para sus hijos. He topado de todo. En mayoría gente educada, que sólo quería atención personal y seguimiento.  Está feliz con lo que entregamos. También he topado con “mamis” amargadas con pendientes de vida (resolviendo o muy atoradas en sus divorcios) “colgadas”, buscando a quién le pasan la factura de su frustración. Una cosa es trato con el cliente y otra la psicoterapia. Esa la cobro aparte ¡y es más cara!

Pero me hace reflexionar. ¿Esperas trato de reina? Compórtate como tal. Si eres una fulana de barrio bajo…. Pues haga una lo que haga…mmm, no vas a estar contenta! Entonces ven a terapia… (se cobra, aparte, había dicho, y más cara que el uniforme).

Lanzo esto al ciberespacio segura de que esas fulanitas… ni leen. Ustedes, cófrades de esta comunidad: entenderán.