Cuántas veces nos repetimos esa frase en silencio: “Ya es tarde para mí”.
Tarde para emprender.
Tarde para volver a estudiar.
Tarde para atreverme a cambiar de rumbo.
Pero la verdad es otra: no llegaste tarde, llegaste con ventaja.
Porque llegas con cicatrices que enseñan más que un manual. Con aprendizajes que ninguna universidad entrega.
Con intuiciones que solo nacen de haber vivido.
Con una voz más clara, aunque a veces tiemble.
Llegar a los 40, 50 o 60 y decidir reescribir tu historia no es debilidad. Es valentía.
Es liderazgo en estado puro.
No estás empezando de cero. Estás empezando con todo lo vivido.
Con la experiencia de saber lo que no quieres repetir.
Con la fuerza de no volver a negociar tu dignidad.
Con la claridad de sembrar lo que ahora sí florece en tu vida.
Así que, si hoy sientes que llegaste “tarde”… mírate de nuevo.
Has llegado justo a tiempo.
Y con una ventaja que solo la vida puede darte.
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