Como te decía, después de mucho meditar en cómo continuar con este blog que me despierta y me conecta con ese yo interior que vive y se despeina como si no hubiera nada alrededor.   Y considerando que después de un año de haberme mudado fuera de la Isla Roja y ahora viviendo en Hungría. En la segunda ciudad más visitada de Europa después de Paris.

Budapest se convierte en El Silencio de Babel.

No! No es una metáfora continuada ni es un desliz de comunicación. Es una realidad. La realidad de vivir en un estado de ruido que se convierte en silencio. Silencio que a partir de mi propio mundo interno se refleja en la vida cotidiana. Esta edificación clave de la Biblia, que da inicio a la difusión de lenguas en medio de un mar de confusión y da paso al fenómeno llamado comunicación, allí, dentro del mundanal silbido de lenguas e ideas, me voy forjando mi propia forma de comunicar con el mundo exterior.

Pero ¿qué es la comunicación? En el primer curso de comunicación cuando estudié hace algunas décadas, se decía entonces que la comunicación verbal significa solo el 30% del total de la comunicación.¡ Sí ! Solo treinta por ciento de lo que queremos comunicar,  es hablada. El resto es comunicación no verbal. ¿Te imaginas? Podría significar que ¿sin necesidad de conocer un idioma te puedes comunicar?.¡ Claro ! Esto es, lenguaje corporal, lenguaje de signos, dibujado, con expresiones y sin necesidad de hablar porque Babel es eso. La incomunicación.

Con esto en mente es que he conseguido sobrevivir un año tratando de aprender un idioma con el que no tengo nada que ver. El húngaro.


Mis compañeros de escuela se ríen,- todos ellos jóvenes empeñosos y emprendedores - de que he tomado tres veces el curso de principiantes (loditos 1) y nomás no me aprendo más de 100 palabras. Y se divierten con comentarios que hago,  tales como que estudiar húngaro es más divertido que hacer Sudoku. Y es que en verdad lo creo. Sobre todo en este momento de la vida en donde todo el mundo te incita a hacer Sudoku para evitar que se sigan muriendo las neuronas. ¡Qué risa!

En este orden de ideas y considerando que el cerebro humano tiene capacidades de cierto tipo y, considerando que el uso y el abuso desgastan las tan mentadas neuronas, llega el momento en el que no hay poder humano posible que te ilustre, o que te induzca a entender ciertas cosas que de por sí difíciles de aprender en la juventud, en algún momento de la vida, es materia muerta.  ¿Qué hacer?  "Pensar fuera de la caja", aprender a leer y entender los símbolos que se nos presentan y aceptar nuestras limitaciones.

Así, llego a la confirmación de que la comunicación hablada no es necesaria. La mente es muy sabia y me ha ayudado a comunicarme a partir de señas, muecas, señalizaciones, expresiones y tonos de voz.

Es más, la palabras en ocasiones, sólo son "ruido" y no expresan las emociones. 

También eso estoy aprendiendo, a economizar la verborrea y a poner más atención a lo que se me dice en otro idioma con palabras inpronunciables pero en un todo dulce.

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Comentario

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Comentario de Roxana Aguilar Camacho el diciembre 22, 2018 a las 2:29pm

Coincido totalmente contigo querida Guadalupe!
De hecho, hoy en día disfruto enormidad los tiempos de silencio.
Incluso hay días que tanto bullicio me pone realmente de malas.
Infinidad de veces, ver a los ojos, tocar las manos, un abrazo prolongado me ha comunicado más profundidad que las propias palabras.

He disfrutado mucho tu texto.
Abrazos cálidos hasta Hungría!
Roxana

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