Hoy estuve entre mujeres, estuve conmigo en la mañana cuando por otras circunstancias estuve en un café sola, leyendo y disfrutando una mesa con un café y un libro de otra mujer: Alejandra Pizarnik. Antes al bajar del metro, me tocó ver a una pequeña niña abrazando a su muñeca, toda amolada de una vida de amor seguro por parte de su dueña: el pelo como zacate de tanto peinarse, un gorrito tejido a mano y un trapo envuelto a manera de mantita. La niña con su pequeña hija de juguete iba tomada de la mano por una señora que seguro era su abuela, mandil, suéter discreto, trenzas blancas y zapatos de piso gastados…

Salgo del vagón pensando en una amiga cuyo tiempo biológico para ser madre está acabando. Hace días platicamos yo desde mi orilla de no haber sentido nunca ese “instinto materno” pero si haber ejercido de “madre sustituta” con mis sobrinxs. Ella desde su orilla de querer ser madre desde que tiene uso de razón, amorosa, maternal, bella mujer. Pienso en el derecho a decidir ser o no ser madres y que ambas son posiciones válidas.

 

Y entonces me siento a esperar el paso del tiempo hasta que llegue la hora de mi taller “Comida sana para gatis” al que me inscribí porque no soy la mamá de Tábata y el pinche Pancho (mis gatos) pero si soy su humana que decidió hace 5 años ser la responsable de su bienestar. Son mi familia, familia de seres vivos en casa de una humana, dos gatos y dos plantas: La Macaria y la Matilda y libros y un tiradero no muy feminista…

 

Llego al taller en un espacio seguro para mujeres, donde sólo se admiten mujeres y se habla de mujeres. Me encuentro apenas llego con una amiga y nos abrazamos largo, rico, sintiéndonos queridas… subo las escaleras y me encuentro a otra amiga y nos abrazamos igual… llego y otra… me río yo solita porque me hace gracia que en estos espacios nos encontramos. Veo de carnita y huesito a una que sólo conocía de redes.

 

Y me cae el veinte mientras inicia el taller que es un espacio de mayormente mujeres jóvenes, feminazis, lesboterroristas, radicales, sobre todo jóvenes. No encuentro a amigas de la vieja guardia, a las veteranas… como yo que soy de las semi-veteranas y me siento un poquito fuera de lugar. Platico con una estudiante, y hay chicas que me siento cercana y otras que me asustan un poco y otras que me enternecen.

 

En el taller, descubro una vertiente del capitalismo y de cómo muchas nodos se unen cuando hablamos de cualquier cosa: los gatos, su alimentación como un producto de mercadotecnia… me pregunto, si lo primero que me viene a la mente que comen los gatos (gatis para nuestra facilitadora en el taller) ¿por qué si se hicieron domésticos para comer ratones, no hay latas o croquetas con sabor a ratón? 

Pero después de esa y otras preguntas salgo y me voy a ver a una de mis amigas y resulta que de pronto me veo en el taller de “Arte menstrual” y pues, ni idea de cómo fue que terminé ahí. Y abandonamos la mesa y nos vamos a sentar en círculo en el patio y la facilitadora nos habla de algunas mujeres que han hecho arte con su sangre menstrual y nos habla de ecofeminismo crítico y nos preguntamos qué ha significado para nosotras el sangrado mensual:

- sensualidad! Dice una de las participantes,

- un poco de asco, dice otra

- dolor, vergüenza… etc

 Trabajo de una compañera en el Taller "Arte Menstrual" en el 2o Festival de Artes Feministas 2016

 

Me hago esa pregunta quedito: ¿Qué ha significado para ti en tantos años, Margarita?

Dolor por los cólicos, pero también una especie de expectativa y alegría (cuando llega la menstruación y una sabe que este mes no, al menos este mes una no está embarazada) pero también una mezcla de estupor asombrado… ¿qué ha pasado? Que la sangre no ha sido producto de una herida, un hecho externo que hace brotar mi sangre. No, es un hecho que se calla, que sale de mi cuerpo por un hecho no violento. Y pienso que en los ritos que he visto: los hombres se untan la sangre de su adversario como una forma de apropiación, de iniciación.. pero las mujeres no, nos enseñan que de eso, no se habla, se oculta… ¿si nadie ha sido lastimado con esa sangre? ¿Es por eso que es la única sangre que no me da miedo, que no me marea?

Trabajo de Leticia Velàzquez en el Taller "Arte Menstrual" durante el 2o Festival de Artes Feministas 2016 

Y me despierta de mis cavilaciones ante los datos que da la facilitadora… y veo a mis compañeras: todas muy jóvenes. Me da cierta risa pensar que estoy más cercana a la menopausia que ellas y ¿qué reivindicaré ahora que la sangre no me visitará? ¿Qué hacen las mujeres que ya su cuerpo no sangra?…

 

Y me odio tantito porque siempre me hago preguntas incómodas primero yo y ahora por primera vez me calló cuando la chica habla sobre amar nuestra sangre, la sangre de otra y tomarla para dibujar.. (me digo: bueno, la caca y la orina también salen de mi y no las glorificó ni me gustaría usarlas… digo) Pero admito que no me horroriza la idea y tomo un pincel y pinto con un fluido que no es mío y que si le pusiéramos esencia de clavo sería finalmente un pigmento como el que se usa para el temple: materia orgánica con la carga emocional que le dimos… 

 

Y asì transcurre nuestro taller con telas y colores que imitan la sangre menstrual para quienes no vencen su resistencia a la sangre menstrual.. y sucede que en rueda mientras bordamos, hilamos y cortamos se da la misma dinámica entre mi grupo de bordado: hablamos de nosotras de forma más informal y más cómoda… y de nuestros cuerpos, tejemos y destejemos según la edad y el contexto y el tiempo que nos ha tocado vivir y en el que nos ha tocado coincidir: la diversidad de miradas, de realidades, de edades, de experiencias pero… de pronto!

 

Mi aporte al taller...

¡¡¡¡ahora he entendido el por qué se dice espacio seguro!!!! No me he sentido cortada, ni observada ni incomoda ni indiferente a la presencia de un hombre… somos mujeres diferentes entre sí, con edades diferentes, gustos y cuerpos y vidas distintas y sin embargo somos “mujeres” nos asumimos así y veo mujeres muy diversas pero todas mujeres…

 

Me conmuevo, me siento feliz… una especie de abrazo colectivo… y abrazo a Pizarnik que me ha dolido este día, a la niña con su muñeca, a su abuela, a mi amiga allà a lo lejos y a mis amigas y a quienes apenas conocí hoy y a la Margarita que soy, que fui y que seré… se hizo la magia, magia femenina. Y pues vine a contarles…

 

Y llego a casa con lluvia y recogiendo como acostumbro hojas y flores en el camino y el eco de la Pizarnik. Ustedes, ¿Hace cuando estuvieron entre puras mujeres?

 

 "un golpe de alba en las flores

me abandona ebria de nada y de luz lila

ebria de inmovilidad y de certeza"

Alejandra Pizarnik 

 

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