… habré de interesarme realmente en ti, pareciera ser la máxima del aparato gubernamental del Estado Mexicano cuando de la niñez de México se trata.

Es una realidad vergonzosa y vergonzante que, o la enfrentamos, reconocemos y superamos, o seguiremos viendo pasar tragedias mediáticas que no por ello dejan de ser menos trágicas. Pero, sobre todo: la atención mediática, generalmente temporal, que se brinda a casos paradigmáticos como el de ‘La Gran Familia’, nada resuelve si no vienen aparejadas acciones que reflejen la inmediata intervención del Estado.

Rosa del Carmen Verduzco Verduzco, conocida como “Mamá Rosa” no sólo en Zamora Michoacán, sino allende sus fronteras, jugó un papel determinante (y positivo, según testimonios) en la vida de miles de niños y niñas durante décadas.

Ahora bien, los alcances de su responsabilidad en la condición actual de 6 bebés, 278 niños, 174 niñas y 138 personas mayores de edad rescatados en un operativo, habrán de ser determinados en el devenir de los cauces legales, por quienes tienen facultad para ello, no por la sociedad, no por organizaciones o intelectuales, independientemente del grado de acercamiento que se haya tenido con ella a través de visitas, ceremonias, donativos, actividades públicas, etcétera. Ello, si apelamos a la prevalencia de un Estado de Derecho no sólo para las víctimas, sino para todas las personas involucradas, dentro y fuera de las paredes del albergue ‘La Gran Familia’.

No obstante, es de vital importancia mantener claridad en una cuestión urgente: la niñez en México, en general, se encuentra deficientemente atendida; y la niñez más excluida resulta prácticamente ignorada, saltan a la vista vacíos institucionales y legislativos de todo tipo, ni hablar cuando se trata de niñas, niños y adolescentes privados de cuidados familiares. La Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) y la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar (RELAF) da cuenta de ello con cifras preocupantes: se han identificado aproximadamente 41456 niñas y niños privados de cuidados parentales, de los cuales cerca de 29310 se encuentran en 703 instituciones enfocadas a la atención y cuidados de personas menores de edad. Pero su ubicación no es suficiente, toda vez que no se conoce el número exacto, su situación jurídica y las condiciones en que se encuentran. De este número aproximado que se conoce, ¿cuántas niñas y niños se encuentran en sitios similares a ‘La Gran Familia’, donde las necesidades rebasaron las posibilidades de atención, sin que además contara con un sistema de supervisión por parte de las autoridades que estaban obligadas a realizarla?

En octubre de 2013, UNICEF y sus socios lanzaron una campaña de comunicación llamada #hablapormi [1], con el objetivo de que la ciudadanía de América Latina conociera la realidad del internamiento institucionalizado de niñas y niños menores de 3 años: por cada año que un niño/a de corta edad reside en una institución, pierde 4 meses de desarrollo; la violencia en las instituciones es 6 veces más frecuente que en los hogares de acogida; la violencia sexual es 4 veces más frecuente que en las alternativas de protección basada en el cuidado familiar[2]. Datos que, por otro lado, tampoco debieran sorprendernos, atendiendo a la desmedida utilización de la institucionalización de niñas y niños, la nula (o, si acaso, deficiente) legislación y reglamentación existente y, por ende, la falta de supervisión no sólo de los lugares, sino del progreso y desarrollo de la niña o el niño, así como la insuficiente asignación de recursos técnicos y financieros para las instituciones.

Y es que hay qué dejar muy claro esto: Por un lado, se debe privilegiar el Interés Superior del Niño y de la Niña, teniendo como primera opción la permanencia con su madre o padre, o con su familia extensa, y sólo excepcionalmente, buscar otra forma de acogimiento familiar o institucional… No obstante, en nuestro país el criterio judicial ha interpretado esta directriz a la inversa, colapsando así la capacidad administrativa para atender a miles de niñas y niños que no debieron tener como única opción la institucionalización.

Pero, por otro lado, echemos un vistazo a nuestro pasado más próximo, y analicemos lo ocurrido con las asignaciones presupuestales durante los últimos años, en los que se ha privilegiado un sector (el de la seguridad pública), mientras que sectores como educación, salud, deporte (por mencionar algunos) deben enfrentarse no sólo al desconocimiento de su correcto funcionamiento y aplicación por parte de quienes autorizan dichos presupuestos (y me refiero a las comisiones en la Cámara de Diputados), sino que también se enfrentan a la puesta en marcha de programas que difícilmente atienden a la totalidad de la población a la que debieran estar dirigidos: la planeación es la gran ausente. Falta planeación porque faltan diagnósticos que reflejen las necesidades reales de una sociedad variopinta, y faltan diagnósticos porque falta voluntad política y responsabilidad social de quienes nos gobiernan.

La grave situación en que se encuentra la niñez de México no es resultado de un año o tres de ignorarla: nuestra niñez ha sido desatendida en forma sistemática… aunque adquiere relevancia cuando llega a la mayoría de edad, término codiciado por un engranaje político que arranca en función de votos, no de necesidades.

Hoy es cuando debemos exigir al Estado Mexicano que atienda a las niñas y niños que, hayan pertenecido o no a ‘La Gran Familia’, se encuentran fuera del alcance de políticas públicas no articuladas, pero dentro de un sistema que poco favorece a su desarrollo.

 



[2] Informe Mundial sobre la Violencia contra los Niños y las Niñas

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