TODO TIENE UN PRECIO, PREOCÚPATE CUANDO NO PUEDAS ARREGLAR LAS COSAS CON DINERO.

Suena duro pero es real, todo tiene un precio. ¡Todo!

Todo cuesta dinero, tiempo, esfuerzo, dedicación.  Si queremos algo  (no importa  si vale la pena o no)  para obtenerlo pagamos, punto. Esto es, en esencia, la vida. Un trueque constante. No se trata de capitalismo. No se trata de “tanto tienes, tanto vales” Si todo se tratara de dinero,  resolver problemas sería más fácil.

Hace unos años tuve un incidente con mi carro, ridículamente me sentía en depresión porque fui víctima del vandalismo ya común en nuestra ciudad. Me sentía impotente, realmente mal.  Para arreglar mi carro, tenía que pagar 5 mil pesos;  sé que no es la gran cantidad de dinero pero, no dejaba de pensar en que no estaba en mis planes gastar esa cantidad arreglando mi carro, necesitando otras cosas.

Ahora me río de la situación, pero debo confesar que esa depresión me duró 3 días.  

El primer día no salí de casa, ¡no quería ni ver el carro! Nada grave, no pensaba suicidarme por un carro pero, no tenía ganas de salir, menos porque sabía que se notaba en mi cara que algo pasaba, como no deseaba contarlo, decidí no salir. 

El segundo día fui a desayunar con una linda amiga, y para olvidar mis penas las ahogué en el café y en una amena plática que descaradamente  extendimos  hasta medio día mientras ella intentaba convencerme de que son cosas que pasan, aunque el argumento no me convenció, realmente me animó.

El tercer día salí a trabajar y visité en su negocio a  una querida y sabia amiga, ella es realmente genial;  platicábamos de trabajo, de ella, de mí, entonces su consejo sabio hizo que terminara  agradeciendo que sólo fueran 5 mil pesos lo que gastaría en arreglar mi carro.

Graciela me contó una historia de cuando ella era pequeña, de cómo su abuela resolvía los problemas y todo lo que ella le había aprendido. Me contaba que su abuela atesoraba una vajilla de cristal cortado carísima, dice que la cuidaba mucho y la usaban únicamente en eventos importantes. Un día de casa llena,  los niños corrían de un lado a otro tumbando el gabinete que contenía la preciada vajilla, en ese momento el mundo  se detuvo, la vajilla aparatosamente cayó al suelo haciéndole honor al “cristal cortado” terminó en pedazos pequeñitos completamente deshecha. No había manera de arreglar el tesoro de la abuela.  Los niños lloraban del susto, las madres gritaban histéricas regañando a los niños. Todos sabían el valor de la vajilla. Entonces,  la abuela  preguntó si alguien había salido herido, afortunadamente ninguno de los traviesos niños salió dañado.  El escándalo seguía, la abuela ya venía con la escoba y el recogedor,  dice que mientras recogía  les dijo, “éstos son simplemente pedazos de vidrio, aquí lo verdaderamente importante es que todos están bien, esto ya no importa, no tiene valor, ustedes si, gracias a Dios no les pasó nada” Supongo que los niños se sintieron aliviados ¡Benditas abuelas!

Las palabras de la abuela dejaron una lección en Graciela que amablemente me compartió   “preocúpate  cuando no puedas arreglar las cosas con dinero”

No me dijo algo que no supiera, no era una lección nueva pero, por mi drama, concluí que era una lección que necesitaba de esa experiencia para nunca más olvidarla. Sus palabras me tranquilizaron, salí de ahí sintiéndome muy bien.  

Mi problema tenía una solución fácil, se arreglaba tarde o temprano con dinero.  Gasté 5 mil pesos para arreglar mi carro y quedó como nuevo.  Y aunque en primera instancia sí me costó mucho trabajo comprarlo y me cuesta mantenerlo, no deja de ser algo material, que en caso de perderlo puedo remplazar por otro, quizá mejor. El valor de mi carro es cada vez menor al pasar de los años y del uso. Al rato valdrá nada.

Es importante, no confundirnos y que tengamos claro el valor de las cosas, de las que podemos comprar con dinero y de las que el dinero no compra.

Como dicen por ahí: No Se trata de tener todo para disfrutar la vida, entendamos que tenemos la vida para disfrutarlo Todo.

 

Les mando besos, controlen sus impulsos.

 

Dora Flores

@doraiflores

 

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