La maternidad generalmente es vista como una etapa exitante, llena de alegría y de logros personales. En la que las madres pueden cumplir con sus tareas fácilmente y sin dudar, además de que logrará vincularse de forma profunda e instantánea con su recién nacido.

Por otra parte, también se escucha que las madres tienen que atender a sus hijos, estar al tanto de la casa y la pareja, y algunas más, también trabajar fuera de casa. Que hay poco tiempo para descansar y tener tiempo libre.

Por lo general, en los diferentes países y culturas, la maternidad se percibe de forma romántica, y en ocasiones, irreal. Se cree que la madre debe de tener un compromiso aboluto, hacer sacrificios y estar siempre disponible. 


Escuchamos que la maternidad le cambiará la vida a todas las mujeres, sin embargo, no nos dicen que algunos de esos cambios pueden ser angustiantes y generar una crisis. 
Surgen entonces varias preguntas:

• ¿Qué hace una madre con los sentimientos ambivalentes hacia el bebé que tanto ha anhelado?
• ¿Cómo puede armonizar su deseo de ser la mejor madre posible, con su añoranza por la vida que tenía antes de haber dado a luz?
• ¿Con quién puede compartir el secreto de que en ocasiones, desearía no haber tenido un bebé?
• ¿Qué hace con los grandes sentimientos de culpa y vergüenza que dicho secreto le provocan?
• ¿Cómo puede ser una “buena” madre, si lucha todo el tiempo con sentimientos de frustración y/o enojo hacia el recién nacido?
• ¿Cómo logra vencer los sentimientos de falta de control, baja autoestima y de pérdida de su identidad?
• ¿Podrá algún día retomar los sentimientos de sexualidad y pasión hacia sí misma de la vida de antes de embarazarse?
• ¿Es esto lo que significa ser madre?
• ¿Podrá sentirse otra vez ella misma?

Nuestras madres, familia, amigos y la sociedad en general, no nos preparan para las diferentes pérdidas y cambios que experimentaremos a lo largo de la maternidad. No podemos hablar realmente de nuestras emociones, pensamientos y miedos hacia la maternidad. Pero en el fondo, la gran mayoría de las madres, se han sentido por lo menos alguna vez así.

Ser madre es difícil, y es un trabajo que no tiene fin y pocas veces es reconocido o agradecido. Algunas veces, aunque hagamos nuestro mejor esfuerzo, sentimos que no estamos haciendo lo suficiente. Otras veces, sin importar lo mucho que tratemos, nos sentiremos cansadas, exhaustas, enojadas o sobre pasadas. En algunos casos, la depresión y la ansiedad llegan para instalarse, complicando el panorama.

Por lo mismo, es indispensable terminar con el mito de que la maternidad es únicamente dulzura y felicidad, que las madres deberían poner los intereses de su familia por encima de los suyos, y que no está bien querer descansar y tomar tiempo libre sin el bebé. 


Está bien cometer errores, está bien estar cansada, está bien a veces querer salir corriendo, está bien tener pensamientos ambivalentes, está bien cuidarnos a nosotras mismas.

Una madre sana y fuerte (física y emocionalmente), podrá cuidar mejor a sus hijos y su familia.

http://www.psychologytoday.com/blog/isnt-what-i-expected/201412/let...

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