Miércoles. Mis queridos lectores, hoy mis letras apuntan hacia una de las mejores cosas de la vida, que impulsa, pone la sal y la pimienta, regaña, comparte, ilustra, contiene, aligera y, sin duda alguna, hace mucho mejor nuestra existencia. ¿Ya adivinaron?
Pues si, hoy toca turno de hablar acerca de la amistad. Esa cosa intangible que nos acompaña a lo largo del camino, que, sin importar sexo, edad, raza, credo, status ni locación nos acolchona los madrazos y nos ayuda a trascender.
Como en todo, hay niveles. Están los que conoces de toda la vida, que saben de los esqueletos de tu closet, tus demonios, tus aventuras y tus temores. Otros que han sido compañeros en algunas etapas del camino, ángeles que ayudaron a abrir las alas o a reconstruirlas, que reinventaron contigo las pintas, los cigarrillos matutinos, los viajes de porras, las bombas de humo, las guerras de bolitas de papel y tantas otras locuras. Algunos que llegaron con el trabajo para nunca irse, un par que están tras la frontera y otros dos cruzando la calle, finalmente otros más que solamente conocen la noche, el mitote y la parranda.
Estoy segura que en este momento tienen una gran sonrisa en su cara y han logrado ponerle nombres a cada uno de las categorías, eso me encanta.
Con todo, creo que el transcurrir de la vida nos va llevando por diferentes caminos y muchas veces,  casi sin darnos cuenta, estamos enrolados en nuestras cosas, llámese pareja, trabajo,  deudas, hijos, que sé yo, y son justo los amigos quienes la pagan. Se nos olvida, so pretexto de la confianza, decir por favor y gracias, dejamos de preguntar ¿cómo estás?  Pensando que no hace falta, si tiene algo me lo dirá, lo cual, créanme, no siempre es así.
A los amigos hay que cuidarlos y apapacharlos, son fuente de energía, de risas, de salud y de paz. Procuremos usar la tecnología para estar cerca, para alegrar al otro, para revivir recuerdos y crear unos nuevos y, por supuesto, hagamos espacios en la agenda para vernos ¡vale la pena!

Hasta aquí esta semana.  Hagamos conciencia, toquemos cada día con las manos y armemos una revolución con las nubes y el sol. Los abrazo.

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