Por: Eva Varona

14 abril 2014

Crisanta estaba nerviosa con justa razón; después de todo vería en persona a su “galán de telenovela” o bien, al hombre aquel que salía mucho en televisa, en el canal de las estrellas y que ahora es su presidente.

Peña Nieto sudaba a mares, se repetía una y mil veces el nombre de Chilchota…Chilchota….chil…chota; ya no puede darse el lujo de volver a ser la comidilla  redes sociales.

¡Ufff! No se equivoca aunque deja claro que la comunidad michoacana se llama “Chil-chota”…por aquello de las recochinas dudas.

El mismo discurso, el mismo protocolo, los mismos actores políticos, se les une el rostro de Rosario Robles la titular de la Secretaría de Desarrollo Social; tiene semanas en la entidad.

Los periodistas y fotógrafos ahí reunidos se preparan mentalmente para el acto político acostumbrado.

Pero esta vez…nadie contaba con su astucia.

El presidente baja del estrado y rompiendo el protocolo se acerca a las decenas de mujeres purépechas que lo miran algunas, con justicia y gracia, algunas con justicia a secas.

El momento fue calificado como “fuera de protocolo, refrescante, agraciado, memorable”

Peña se acerca a las mujeres indígenas y ve a Crisanta, quien levantó su mano para dar testimonio, claro, también para acercarse a él.

“Yo voy a disfrutar al Presidente ahora que lo tengo en mis manos. Espero que cumpla con todo lo que está prometiendo, bueno…ya lo está cumpliendo, espero que siga así”

Y con un gran abrazo telenovelero, arrancó los gritos y suspiros de las miles de jóvenes michoacanas ahí reunidas, tal cual estrella de rock.

¿Pero quién puede culparlas?

Si su televisión (las que llegan a tener) les dice que su Presidente es poco más que un galán de telenovelas que reparte besos y abrazos.

Aquel “momento” recorrió toda la carpa mediática nacional y de redes sociales.

De manera ladina se usó el nombre y la imagen de esta mujer para levantarle el raiting a Peña Nieto.

No.

No fueron falsas las palabras de Crisanta; como la mayoría de nuestros hermanos indígenas, la honestidad es un valor que usan a diario en todas sus acciones y palabras.

No.

El momento no fue preparado, simplemente se dio y pasó, muy a pesar de muchos, un espacio en donde no se reconoció al Presidente; sino que en crudas y directas palabras, se evidenció una realidad de las muchas otras, duras y miserables en las que se encuentran las regiones indígenas de nuestro país diariamente.

Así que sin querer queriendo Crisanta se convirtió en la promotora del Presidente.

Punto extra en su largo peregrinar el rating político.

Tres semanas más tarde regresa a Michoacán, entrega apoyos de Sedesol, y anuncia que habrá una inversión de 45 mil millones de pesos para este año, generando confusión sobre si dicha cantidad, son adicionales a los 57 mil millones del presupuesto de 2014; así que muchos largos y retorcidos bigotes de decenas de ratas peludas, son frotados ansiosos, en espera de la vendimia anunciada.

Ahí estaba Fausto Vallejo, Osorio Chong, Rosario Robles; espectadores y actores, se les hace gracias ver a su gente suplicar por las cosas que a ellos correspondía otorgar a través de los años.

Ahora ya nada es casual; Crisanta junto con otro grupo de jóvenes Indígenas son sentadas cerca del estrado.

Sin embargo fue otra señora quien les quitó el reflector y  pide, pide lo que muchas veces le fue negado por muchos años.

“Necesitamos una cama para partos, la nuestra ya se rompió ya no sirve, necesitamos techo en una escuela, medicinas, apoyos deportivos…”

Nuevamente el tono honesto, el tono lacerante que sale cuando la verdad duele: “Que le eche ganas, eso le pedimos”

Para culminar, el ahora ya preparado acto, Peña Nieto busca con la mirada a Crisanta; ella sabe que es su turno y se levanta a su búsqueda.

“Yo estoy feliz aquí, de estar con mi… (Duda un momento) … Corazón”

Gritos y risas…todo se repite.

Pues bien, espero que se repita, espero que en realidad vaya a todas las comunidades indígenas y abrace a todas las Crisantas que diariamente luchan por sustento, por comida, por superación.

Que se consideren a  las Crisantas que no cuentan con una cámara, ni un galán de televisa para centrar sus  miradas en ellas.

La fórmula ya le funcionó dos veces repetirla sería un grave error; las mujeres indígenas de nuestro país no son juguete de nada ni nadie.

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