El amor más grande que un ser humano puede tener por otro se llama compasión. ¿Sabes qué es la compasión? Es cuando el amor se arremanga y hace lo que él sólo puede hacer: comprender, perdonar y sanar. (Mario Rosen)

Sabías que el amor y el odio vienen en el mismo paquete. Es doloroso sentir que uno ha quedado expuesto y vulnerable, pero también es muy interesante ver la manera en que uno responde a ello.
La compasión, esa expresión tan loable del ser humano, no nada más llena de dicha al quien cometió la falta, sino que llena de paz a quien lo emite.

En los contratos de la vida, vamos firmando acuerdos sin saberlo. La palabra, muda o con sonido, es la firma con la que sellamos los contratos. Acuerdos que hacemos en pareja, con nuestros clientes, con la familia, con los amigos, con los colegas. Acuerdos que no son explícitos, sino son asumidos son aquellos que predicen el comportamiento subsecuente (o al menos es más probable que suceda).

Cuando estos acuerdos y promesas se rompen, solemos emitir juicios de esa persona, aunque la pregunta inicial sería si hay un pacto, acuerdo o promesa real (expresada verbalmente) de ello. Por ello resulta tan continua la traición, porque no hay palabras que sustenten lo hecho.

El ejercicio de la compasión no resulta una tarea sencilla cuando se rompe una promesa, cuando de irrumpe con el flujo de lo acordado. Ser compasivo resulta una acto de amor insospechado, un acto de amor personal y un acto de amor al otro. Saber que existe el error, solo nos hace vernos tan humanos como somos.

Llevará tiempo el perdón, quizás. El tiempo es un proceso individual y se irá asumiendo en la medida que reconozcamos con honestidad qué parte del acuerdo sellé con mis ideas, con mis creencias.

La compasión podremos inyectarla todos los días, como un antídoto del egoísmo. Vale la pena el esfuerzo.
Clau Jim