Hace mucho que no he estado por aquí y no ha sido por falta de ganas  ó por no querer estar en contacto con las blogueras de Mujeres Construyendo ó no querer estar en mi página de Abuela, Abuela, solo se debió a un pequeño y grande percance: me caí en la calle.

     Soy una persona afortunada pues no hubo fractura, pero mi hombro salió bastante lastimado –se habló del mango rotador; jamás había oído eso- y los movimientos con ese brazo han estado limitados, hasta para lo más esencial!!.

     ¡Cómo no dar las gracias a las hijas que han estado tan pendientes y tanto trabajo se han tomado por mí!.

     Al paso de los días y las semanas alguna mejoría ha habido, pero esto va lento, lento. Para facilitarme entretenimiento y menor molestia al  movimiento, me dieron una IPad, pero no supe meterme a Word, y hasta hoy pude manejar mi teclado en mi escritorio!.

      Se quedó trunca una entrada que estaba preparando sobre el ocho de marzo; solo voy a transcribir una leyenda, que puso en su página una amiga de Blogueros Mayores, que me autorizó a usar y que me encantó:

      --Se cuenta que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenía más de que disponer. Ante este dilema  y después de profunda meditación, hizo esto: Tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del rayo del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma del cisne y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve. Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.

      Después de una semana vino el hombre y le dijo:“Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla incesantemente, llora sin motivo, se divierte en hacerme sufrir y vengo a devolvértela por que no puedo vivir con ella”.

      Bien, contestó Dios y tomó a la mujer.

      Pasó otra semana, volvió el hombre y le dijo :“Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mí, ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su  risa era música, era hermosa a la vista y suave al tacto, devuélvemela, por que no puedo vivir sin ella”.-- 

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