Los golpes.

No los que te atiza la vida, sino los otros: los físicos.

Caernos da mucha pena. Casi rebotamos aunque tengamos las rodillas toditas raspadas y decimos: “estoy bien, no pasó nada”. En privado, lavamos el raspón, nos sacamos las medias rotas, ocultamos los daños y ponemos buena cara.

Todas hemos topado con nuestro dedo chiquito del pie contra la pata de una cama, un juguete o un buró. Auch! Duele tanto que nos llueve el lagrimal.

 Los perillazos…

Porque una es “cincuentona”.

Esperas con ansias y sin prisa la sabiduría que tendrás dentro de veinte, treinta y cuarenta años.

Recuerdas con nostalgia tu vigor de hace veinte, treinta y cuarenta años.

Y aunque no lo sabes todo, has aprendido. Todavía estás llena de ansias, de energía. ¡Es un tiempo mágico y te lo mereces! Vas p’adelante pero ya traes mucho en tu costal. Mucho de lo que vale. Porque hiciste limpieza y tiraste todos los cachivaches, sacaste las telarañas del…

Borrón y cuenta nueva.

Así se llamaba la entrada al archivo. Hace una semana perdí hasta el sistema operativo (peor que los chones) y quien vino a remendar el estropicio me informó que podíamos intentar recuperar mis textos pero sería labor de entre ocho y diez horas. “Tantas cosas he soltado en los últimos dos años que… déjalo así: más se perdió en la guerra. Necesito el sistema, buscador, recuperar conexión a redes, a impresoras y reacomodar el escritorio más o menos como estaba”.…